Capítulo 37: No Es El Primero

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Se mordía las uñas con ansiedad, rezándole a todo lo rezable para que la carrera terminara de una vez y su prometido pudiese asegurarse aquel P2. Era la última vuelta del GP de Canadá, y aunque la victoria de Max era clara, Carlos podía perder la posición con Hamilton si se despistaba. Lando era buen amigo del heptacampeón, pero en aquellos momentos lo estaba insultando de todas las maneras que se le ocurrían. 

- Vamos, honey - lo alentaba en voz baja, emocionado.

Aunque el español perseguía las victorias, deseando ganar su primera carrera, quedar segundo seguía siendo un gran resultado que además le ayudaría a menguar la distancia de puntos con su compañero de equipo. Y siempre sería mejor un P2 que un P3 o cualquier posición más baja.

Cuando finalmente vio la bandera de cuadros hondear a su paso, el ojiverde pudo respirar tranquilo, y muy feliz. ¡Su Carlos acababa de quedar segundo! Se apresuró a coger su teléfono para mandarle un audio. El mayor no tendría acceso a su móvil hasta dentro de un buen rato, así que llamarlo de inmediato era inviable, y escribirle un mensaje era bastante difícil. Podría intentar escribir una cosa y terminar poniendo otra.

Mejor un audio, sí.

- ¡P2, mi amor! Has estado increíble, en serio. Puede que Ferrari no te trate como te mereces, pero yo sí estoy muy orgulloso de ti, del hombre que eres, del piloto que eres. Eres maravilloso, Carlitos, sé que conseguirás grandes cosas, porque tú eres grande. Enhorabuena, honey. No olvides que te amo.

El audio se envió y el chico se quedó más tranquilo. Cuando el castaño cogiera su teléfono, vería que la primera felicitación, era la suya, y aquello le agradaba al piloto de McLaren. Quería demostrarle todo el apoyo que pudiera, porque la noche anterior, tras su sesión de sexo telefónico, estuvieron hablando más en serio de los problemas del español con su escudería, y después de todo lo que le contó Carlos, Lando tenía claro que no dejaría que nada ni nadie aplastara a su prometido. Él no era menos que nadie, él no era el segundo piloto de nadie, él no era el juguete de nadie. 

Al inglés no le tembló el pulso cuando le dijo a su chico que, si le daban una orden de equipo estúpida, desobedeciera. Que no entrara a boxes si no veía que lo necesitaba. Que no cediera una posición si Leclerc no iba más rápido. Que no favoreciera a su compañero a menos que fuese estrictamente necesario. Ferrari decía que no tenían primer y segundo piloto, ¿no? Pues si ellos no lo demostraban, el madrileño lo demostraría. Y así se lo dijo Lando a su prometido, porque no iba a estar tolerando esas faltas de respeto que tenía la escudería italiana hacia su chico.

Se quedó tendido en el sofá, viendo la retransmisión, y sonrió al escuchar lo contento que estaba Carlos. Su ingeniero lo felicitó vagamente, cosa que enervó al joven, pero se contentó con oír que el mayor parecía conforme. Vio las entrevistas de los tres hombres del podio, deleitándose con lo guapísimo que se veía el piloto de Ferrari, con todo su pelo revuelto y húmedo. Tenía el prometido más sexy del mundo, cero dudas. La celebración del podio comenzó y el británico suspiró, comenzando a cavilar entre sus pensamientos.

Cada carrera que veía, sentía que se le partía menos el corazón, quizá porque iba mejorándose y encontrándose bien, así que iba perdiendo el miedo de no volver muy lentamente. Pero seguía poniéndose triste, no lo negaría. Echaba de menos ir a los grandes premios, hacer las estúpidas entrevistas, los vídeos de marketing, ir a Woking para ayudar en la fábrica y hacer horas en el simulador. Pero echaba de menos correr, sobre todo. Aunque sólo fueran entrenamientos libres. Extrañaba la adrenalina de la velocidad, la fuerza G empujándolo, los músculos tensos de hacer esfuerzo por horas, los kilos perdidos en una sola carrera a base de sudar. Echaba de menos lo bueno y lo malo, lo divertido y lo aburrido.

2# Voraces || CarlandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora