37. CATA

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🎵Cigarette Daydreams- Cage The Elephant🎵

—¿Y qué me dices de Laura la de tercero? —pregunta Brianda, dándole un codazo a su hermana—. Es mona.

—Creo que tiene novio —replica Mencía.

—No, cortaron —aclara Jimena, que siempre está al día con todos los cotilleos.

—Da igual, no me gusta.

—¡Si no mueves ficha con la de natación, algo tendré que hacer! —exclama Brianda.

Desde que Mencía salió del armario, su hermana no ha dejado de buscarle pretendientas.

—¡Déjame ya, pesada! —exclama, justo cuando Brianda se abalanza sobre ella para plantarle un sonoro beso en la mejilla.

Las dos se enzarzan en una pelea a base de pellizcos y empujones que Jimena y yo intentamos disolver. Me río, y me quedo colgando en mi propia carcajada, enamorada de toda esta cotidianeidad. Ojalá pudiera vivir para siempre en las risas de mis amigas, en sus disputas tontas, en la manera en la que me miran y en el sol de inicios de primavera.

—Si alguien pregunta, ¡yo no os conozco! —exclama Jimena, atravesando la puerta de salida del instituto y fingiendo indignación.

Y yo estoy a punto de reírme una vez más, pero me quedo congelada en la puerta. El vello se me pone de punta y las piernas me flaquean.

Es él. Es León.

Como era de esperar, se ha armado un revuelo considerable en la entrada del instituto. Algunas de mis compañeras y otras alumnas que no conozco intentan hablar con León y parecen más emocionadas que nunca.

Pero León no quiere hablar con ellas. Quiere verme a mí.

León está... raro. Parece triste, cabizbajo. Se ha cortado la melena y la lleva peinada hacia atrás, como tantas veces ha hecho mi primo, cosa que no me hace sentir muy bien. Tiene las manos metidas en los bolsillos y cuando me ve, sonríe.

—Cata, ¿podemos hablar un momento? —pregunta.

Brianda me coge por un brazo y Jimena me sostiene por el otro, pero ninguna de nosotras es capaz de moverse.

—León, Cata ha roto contigo. No quiere verte —dice Mencía, acercándose a él.

—Mencía, no me jodas —murmura él —. Cata, acércate un momento. Perdóname. Solo quiero hablar contigo un segundo.

—¡¿Es que no aceptas un no por respuesta?! —grita una chica a la que he visto por el pasillo alguna vez, pero a la que no pongo nombre. Al fin y al cabo, todo el instituto conoce la denuncia que le pusimos Jimena y yo. Incluso se han enterado de que tiene una orden de alejamiento de quinientos metros.

Pero él está más cerca que quinientos metros.

—Quiero que me lo diga ella, ¿vale? Cata, si quieres que me vaya, me voy. ¡Pero dímelo!

Quiero que te vayas. Quiero que te vayas. ¿Cómo voy a decirlo si apenas puedo respirar? Las lágrimas se deslizan por mis mejillas y mis amigas me sujetan más fuerte.

—¡¿Qué coño haces?! —exclama León y yo me estremezco pensando que sus palabras van dirigidas a mí, pero no es a mí, es a Balma, que sostiene un teléfono móvil y lo acerca a León.

—Un vídeo, gilipollas —dice la chica con calma. Lleva el pelo recogido en dos trenzas cortas y el ceño fruncido—. Nadie te quiere aquí. Tienes una orden de alejamiento y pienso grabarte por si acaso.

Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora