🎵Love Story (Taylor's Version)- Taylor Swift🎵
He entrado en un juego absurdo con Cata en el que cada vez que ella bebe, yo bebo también. No es que lo hayamos hablado de antemano, pero cuando la veo al lado de la mesa ingiriendo un cubata de golpe, yo me acerco, cojo otro, la miro a los ojos y hago exactamente lo mismo.
Supongo que... sí, me lo estoy pasando bien hoy. Me ha gustado mucho ver a Raisa, a Isaac, Jonathan, Salva y Pelayo, porque aunque no les conozca de nada, desde el primer momento me han hecho sentir cómoda. Y me ha encantado poder presentárselo a mis amigas y ver que también han congeniado enseguida. Todas a excepción de Cata. Cata apenas ha hablado con nadie y no ha alejado la vista del teléfono móvil. Entiendo que no le apetezca conocer a los amigos de mi hermano, que no son ni por asomo su «tipo» de gente, pero, yo qué sé, podría hacer un esfuerzo. Aunque sea por mí. ¿No?
Ahora está delante de mí y yo harta de beber sin parar, la cojo de la mano y le digo:
—Venga, vamos a bailar.
Por unos momentos, parece que funciona. Ella obedece, se suma al grupo que ya estaba en la pista y deja que la lleve durante un par de canciones.
—Oye, ¿y de qué os conocéis todos vosotros? —pregunta Mencía.
—Es una historia muy larga... —comenta Jonathan, haciéndose el interesante.
—Y muy ridícula —agrega Raisa.
—Los dos protagonistas no están, pero bueno, os lo voy a contar igual, pequeñas saltamontes —dice Jonathan carraspeando antes de hablar: —. Todo empezó hace unos meses, en octubre, creo. Yo estaba trabajando en Desengaño, un garito de ambiente y mis amigos estaban también en la discoteca. Darío y Pelayo se colaron en la discoteca ese día también, Pelayo estaba súper borracho.
¡Joder! Sí que se lo tenía callado mi hermanito.
—Sí. Estaba súper borracho —confirma el aludido, a nuestro lado.
—Y te vomitaste el traje —añade Raisa.
El traje de los 3.500 euros, esa parte me la sé.
—Sí. Me vomité en el traje.
—No nos desviemos, Pelayo, que esa noche no fuiste más que el secundario que está en la trama solo para sacarte unas risas —le vacila Jonathan—. Darío y Salva eran muy amigos en la infancia, cuando Darío vivía en nuestro barrio. Dicen las malas lenguas que se enrollaron esa noche en la misma puerta de la discoteca.
—Eso lo digo yo. Yo soy las malas lenguas —afirma Raisa.
—Darío dijo que no quería nada con Salva, pero Salva empezó a dejar pintadas con la palabra Amor por ahí para intentar conquistarle y al final funcionó. Nosotros... bueno, nos hemos ido conociendo de chiripa —finaliza Jonathan.
Brianda y Mencía hacen algún comentario y se ríen. Pero yo no puedo dejar de observar a Cata que se ha terminado el contenido del cubata que tenía en la mano me mira fijamente a los ojos antes de decir:
—Bueno, y a Jimena la conocéis de Nochevieja, ¿no?
—¡Ya te digo! Una aparición inesperada, pero nos cayó bien enseguida, menudas ideas de bombero tiene la niña —responde Jonathan sonriendo y señalando mi ceja partida.
—Sí que tuvisteis tiempo para divertiros, qué mala suerte que acabaseis en el hospital con tu susto —me mira a los ojos cuando hace la siguiente pregunta—, ¿cómo te has recuperado de tu apendicitis?
Sabe que he mentido. Estoy convencida. Si no, no habría preguntado.
Joder. Joder. Joder.
—¿Qué apendicitis? —pregunta Jonathan, confundido.
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Perdón por no ser Julieta | Serie Cayetano #2
Novela JuvenilJIMENA tiene quince años, estudia en el instituto privado más elitista de Valencia y llena su tiempo con deberes, jornadas en la hípica y la producción estudiantil de Romeo y Julieta. CATA cumple dieciséis años en Nochevieja y como cada año celebra...