25. CATA

155 19 43
                                    

Hoy es uno de esos días en los que mi primo Cayetano se queda a comer a casa. He preparado la mesa de con las ensaladas de pasta que ha preparado Encarna y le espero con la televisión encendida y un capítulo de Mentes Criminales listo.

Sin embargo, cuando mi primo cruza la puerta me doy cuenta de que algo va mal.

—¿Te has enterado de lo que ha pasado con León? —es lo primero que me pregunta—. Jimena ha venido a la puerta del instituto y el tío la ha agarrado y por poco no la tira al suelo.

Me muerdo el interior de mi mejilla. ¿Tan difícil es pasar una hora sin hablar de Jimena?

¿Y lo de que casi la tira al suelo? Bueno, eso no ha sido exactamente así. León me lo ha explicado. Él ya lleva un par de días muy quemado por nuestra disputa en tiktok. Todos en su curso se han enterado y no dejan de hacer preguntas y comentarios molestos... León no le ha hecho daño a Jimena. Solo han discutido y él siente mucho lo que ha hecho. Me ha llamado para contarme lo arrepentido que estaba justo después de que sucediera.

—Sí, sé lo que ha pasado —digo, jugando con un macarrón de mi ensalada. Con la cabeza, señalo su plato a Cayetano para animarle a que se siente a la mesa conmigo. Solo quiero dejar el tema.

—¿Y no te molesta?

—Pues claro que me molesta. ¡Ojalá mis problemas con mi amiga no jodiesen mi relación con León!

Cayetano frunce el ceño. Ni me entiende ni me quiere entender. Estoy harta de sentir que me juzgan solo con mirarme...

—Cata, yo sé que Jimena y tú habéis discutido, pero... Joder, no creo que sea muy responsable por tu parte salir con un chico que trata así a otra chica. Quiero decir, eso te deja en muy mal lugar...

Cayetano se mesa el cabello pelirrojo, ordenando su flequillo detrás de la oreja y yo estoy tan enfadada que imagino mis manos rompiendo la mesa y haciendo que los platos con la ensalada estallen hasta romperse en pedazos.

¿León y Jimena se pelean y la que queda en un mal lugar soy yo?

Vuelvo a morderme el interior de la mejilla.

—Cata, dime algo.

—Eres un capullo —le miro a los ojos—. ¡No tienes ningún tipo de vergüenza, Caye! No me puedo creer que me hables de esto con tanta... superioridad, joder.

—¡Yo solo me preocupo por ti! 

—¡No es verdad! ¡Solo te preocupan las apariencias y que León y yo sigamos siendo una pareja perfecta! —intento respirar hondo—. Yo... No me puedo creer que finjas que... No sé... Joder, no me hagas creer que te importan una mierda las mujeres cuando le hiciste lo que le hiciste a Darío.

Mi primo, al otro lado de la mesa, acerca un poco su cara a la mía.

—No sé qué tiene que ver una cosa con la otra, Cat.

—¡¿De verdad no lo sabes?! ¡Te reíste de lo que le pasó a su madre! ¡Sacaste a tu supuesto amigo del armario y después le amenazaste con difundir una denuncia de violencia de género!

Cayetano niega con la cabeza.

—Darío y yo no somos amigos...

—¡No me jodas! —exclamo—. No sé qué te hizo Darío para que te sintieras tan traicionado y decidieras castigarle de esa manera. Tú solo querías demostrar quién mandaba, ¿no? Y te importó una mierda reírte de una mujer maltratada.

—Cata, no tienes ni idea de lo que pasó...

—No, no lo sé, pero lo que hiciste fue sucio y rastrero y tuvo consecuencias. Su madre lo pasó mal también, ¿sabes? —digo, recordando mis conversaciones con Jimena—. ¡No eres consciente del daño que hiciste solo piensas en ti mismo! Así que no hables de tratar bien a las mujeres y no tengas los cojones de meterte en mi relación.

Hay un nudo en mi estómago constriñéndome las entrañas. La cara de mi primo, la ensalada que tengo delante y toda esta conversación me provocan arcadas. Cayetano vuelve a mirarme cuando me habla:

—Pues claro que me meto, Cat. Me meto porque me preocupo porque te quiero y porque me preocupo por ti. Eres mi familia.

Suelto una carcajada, porque sus palabras suenan tan falsas y ridículas que me dan risa. Me levanto de la mesa con tanta furia que mi vaso de agua se tambalea y cae, derramándose.

—¡Y esa es la única razón por la que me respetas, ¿no?! ¡Porque somos familia!

—Eh, sí, esto... no... —balbucea.

Si es que encima es tonto. Joder.

Debo haberme pasado mordiéndome la mejilla porque siento la boca llena de sangre.

—¡Vete a la puta mierda! —grito una vez más, antes de abandonar el salón.

—¡Vete a la puta mierda! —grito una vez más, antes de abandonar el salón

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora