31. CATA

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No puedo conciliar el sueño en toda la noche. Supongo que en algún momento me quedo dormida, pero enseguida me despierto con el corazón desbordado. Mañana... o hoy, dependiendo de cómo se mire, por la mañana, antes de clase, hablaré con mis padres.

LEÓN: Ojalá Cata se de cuenta de lo zorra que eres.

Cuando leímos ese mensaje, supimos que no había vuelta atrás. Raisa le dijo a Jimena que hiciera captura de pantalla de todos los mensajes que León le había mandado, por si acaso le daba por eliminarlos. Así que eso hizo mi amiga y con un nudo en el corazón tuve que ver todas las barbaridades que le había dicho desde nochevieja.

Todo por mi culpa.

Todo por haber decidido salir con la peor persona posible.

La persona a la que voy a denunciar. Joder. Solo de pensarlo me invade un miedo pegajoso. Y por eso no puedo dormir aunque sean las seis de la mañana y aunque me duelan los ojos y cada parte del cuerpo.

CATA: Jimena, estás despierta? Puedes llamarme?

Tardo poco en responder. Me acurruco en la cama y coloco el teléfono en mi oído, escuchando su voz.

—Estoy de los nervios, tía —es lo primero que le digo.

—Yo también. ¿En qué piensas?

—Yo... Pues... Pienso en que he estado buscando en internet cuál es el procedimiento para poner una denuncia y no he encontrado nada... En todas partes hablan de que hay que ir al médico y yo no fui al médico.

Sí, eso es parte de lo que ocupa mente. Pero hay más cosas que no le digo.

No le digo que pienso que denunciar no va a servir de nada porque si de veras quería hacerlo, tendría que haberlo hecho antes. 

Tampoco le hablo de lo culpable que me siento por haberlo hecho todo mal paso por paso.

Pienso que si de veras no quería acostarme con León esa noche, tendría que haber hecho todo lo posible para frenarlo. Tendría que haber dicho que no más veces, tendría que haber gritado, tendría que haberlo golpeado. Y si no di mi consentimiento, tendría que haberlo contado inmediatamente. Tendría que haber hablado con Jimena, con mis padres, con León... Y tendría que haber ido al hospital.

Es lo primero que aparece en internet.

Yo no fui al hospital y ahora es demasiado tarde. Ahora es estúpido y ahora no va a servir de nada.

Pero eso no se lo digo a Jimena porque ella confía en mí y no quiero decepcionarla.

—No pasa nada, Cat —dice Jimena—. No pasa nada. Se lo contaremos a tus padres, iremos a la policía y nos dirán qué hay que hacer. Hay un protocolo...

— ¿Cómo voy a probar algo que ha ocurrido... en mi cama, con mi novio? No... no tiene sentido. Él... no me pegó. No me hizo nada. ¿De qué va a servir que le denuncie?

Contengo las lágrimas mientras espero a que me responda.

—No pienses en eso ahora, le vas a denunciar por ti y porque es lo correcto.

—Y León... No me parece bien hacer nada sin avisarle primero, sin pedirle su versión —se me quiebra la voz.

—Pero ya has hablado con él, Cat. Lo has intentado...

De hecho, intenté volver a hablar con él ayer pero dejó en visto mis mensajes.

—Ya, pero él no parecía entenderme y yo, no sé, igual podría intentarlo bien, prepararlo bien...

—Cariño, no va a cambiar nada —dice mi amiga y sé que es verdad.

—Ya lo sé. Pero no quiero hacerle daño —confieso.

Perdón por no ser Julieta  | Serie Cayetano #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora