Capítulo 7 - No te corras!

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El sueño de Rafael fue ligero, apenas si podía recordar algunas escenas familiares, recuerdos agradables, fue la sonrisa traviesa de su primo lo último en aparecer antes que el Amo lo despertara bruscamente; una vez recuperó la consciencia y comenzaba desperezar el resto de sus sentidos, un recuerdo fugaz apareció en su mente, se supone que debía comunicarme con el en cuanto me hubiera asentado...

- Ey cachorro, piensas dormir todo el día o que, venga levántate.

- Disculpe Señor, ya estoy despierto - bueno, al menos el cuerpo ya no me duele tanto.

Rápidamente asumí la posición que sabía debía poner, algo así como memoria muscular, me senté sobre las rodillas apoyando las manos al frente de la jaula, como un cachorro esperando órdenes. Escuché un ligero crujir delante de mí, como el que hace una prenda de cuero al doblarse sobre sí misma.

- Ya lavé esta cosa, quítate el antifaz.

- Sí Señor.

Mis manos estaban libres de los guantes por lo que directamente las llevé a mi nuca, cerré los ojos en el momento en que quité el broche que asegurara el antifaz y lo deslicé suavemente de su lugar, manteniéndolo en mis manos. Escuché nuevamente el crujir de la prenda de cuero y los pasos del Amo al colocarse en mi espalda, lo siguiente fue el sentimiento de algo deslizándose por mi cabeza, siendo acomodada y ajustada perfectamente, atada y asegurada, hasta que finalmente el click confirmó que todo estaba en orden. De algún modo había extrañado este sentimiento, el cuero suave pero rígido que aprisionaba la mayor parte de mi cabeza, el borde acolchado alrededor de la mandíbula, que dejaba esa parte expuesta; aunque el olor era distinto, claramente agradable por la limpieza, pero especialmente embriagante.

- Gracias Señor.

- Que tal esta tu cuerpo, ¿listo para otra ronda?

- S-sí Señor.

- Me agrada tu entusiasmo, pero primero hay algunas cosas que debemos hacer - el hombre había comenzado a acariciar el cuerpo del chico, haciendo hincapié en su parte trasera - ahora ponte en cuatro y levanta el culo.

- Sí Señor.

Rafael obedeció rápidamente, no estaba seguro de lo que el Amo haría con el, y de hecho no se había percatado que llevaba un dildo atorado en su culo desde el día anterior, después de los primeros movimientos incómodos se había acostumbrado a su presencia. Un click confirmó sus sospechas de que en realidad, esa era otra parte a la que el no tendría acceso regular, un par de segundos después el dildo era removido, el chico no pudo evitar gemir, pues el lubricante hacía tiempo había desaparecido, y en el recorrido hacia fuera el objeto hacía fricción con su cuerpo, lo que le causaba un poco de dolor.

Un par de segundos después, el objeto había salido por completo, pero ahora el chico se enfrentaba al profundo vacío que había generado, estaba a punto de volver a una posición más cómoda cuando el Amo le ordenó levantar incluso más el culo. Cuando finalmente lo logró recibió un halago y la orden de mantenerse así, escuchó al Amo levantarse e ir a tomar algo de algún cajón, cuando regresó, algo estaba siendo introducido en su agujero era largo, curvo y delgado, cuando Rafael estaba preguntándose que podría ser, sintió que su cavidad anal se llenaba de algún líquido, entonces lo comprendió, el Amo le estaba aplicando un enema.

Rafael estaba un poco decepcionado, aunque el aplicar un enema podía sugerir que el Amo decidiera otorgarle el placer de cogérselo, en el fondo hubiera preferido que lo hiciera así, sin limpiar, sin lubricar. Rafa sabía como funcionaba esta cosa, no pudo calcularlo con exactitud, aunque supuso que le habría metido alrededor de un litro de solución, escuchó al Amo ordenarle que lo retuviera pero el ya sabía eso, mantuvo la misma posición por alrededor de 30 minutos, cuando sintió un tirón en el cabello.

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