Capítulo 46 - Juegos de Guerra . El comienzo

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Hey mis Kinksters, ya sé, tiene rato que no nos veíamos, casi dos semanas desde que dejé un poco de lado la historia, esto ya se los dije antes, pero básicamente fue una combinación de flojera, calor y estrés lo que detuvo mi proceso, pero aquí estamos de vuelta.

Ahora no quiero molestarlos tanto así que lean el capítulo y nos vemos más abajo :3

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Avanzaba con resolución por los corredores estrechos y sombríos envuelto en el silencio abisal que parecía emerger de las mismas paredes de concreto que lo rodeaban, el lugar se mantenía completamente impecable, ni una mota de polvo, ni una cuarteadura en la pintura de las paredes, ni si quiera el más mínimo insecto se atrevía a vagar por el lugar. Su uniforme se fusionaba perfectamente con el ambiente, y a pesar del aura de autoridad y seguridad que irradiaba, por dentro el extremo silencio que reinaba lo ponía de lo más inquieto, incluso, a medida que avanzaba sus pasos apenas producían un suave susurro contra el suelo pulido, era una sensación sobrecogedora.

El pasillo estaba desierto excepto por él mismo, intentaba no apartar la vista de la dirección a su destino final, pero algunas veces la curiosidad le ganaba y dedicaba un vistazo rápido a los costados, grandes puertas de acero reforzado se alzaban cada tres metros, cerradas por un cerradura manual y dos electrónicas, era imposible que sus ocupantes escapara, poseía una pequeña zona a la atura de las rodillas por la que podían pasar pequeños objetos, fuera de eso solo una ventana angosta y vertical permitía un vistazo general al interior.

El ambiente que lo rodeaba era un eco sordo de desolación y desesperanza, un paisaje desolado donde la luz apenas se atrevía a filtrarse entre las sombras. El aire estaba impregnado de un olor a miedo y resignación, como si cada respiración fuera un recordatorio implacable de la fragilidad de la existencia. A medida que avanzaba por los laberínticos pasillos, tenía la sensación de estar adentrándose en las profundidades de un abismo, un lugar donde la luz apenas se atrevía a penetrar y donde el peligro acechaba en cada esquina.

Sabía que todos sus pasos, actitudes y acciones eran supervisados por una vasta red de cámaras de seguridad colocadas estratégicamente en todo el complejo, las reglas le habían sido grabadas a fuego casi literalmente, no debía existir el mínimo contacto entre el y los ocupantes; palabras, gestos, roces, la más mínima falta era castigada severamente

Pero a pesar de la oscuridad que lo rodeaba, seguía avanzando con su determinación. Y con cada paso que daba, se acercaba un poco más al corazón de la oscuridad, finalmente llegando a su destino, donde un grupo de 4 lo esperaban, vistiendo el mismo uniforme con la ligera diferencia de que un par de ellos portaban armas largas.

- El uniforme te sienta bien – un hombre apenas unos años mayor que él le dijo con una amplia sonrisa - ¿Porqué tardaste tanto?

- Lo siento, aún estoy aprendiendo a moverme aquí.

- Aunque no lo creas, esta mañana yo también me perdí, pero finalmente así fue diseñado este lugar, para que tengas cero orientación.

- ¡Mori, deja al novato! Avanzamos.

- ¡Sí Señor! – el susodicho se acercó para susurrar unas palabras al joven – solo no muestres duda, ellos lo sienten, y te comerán vivo.

El joven prestó mayor atención a las directrices, tragándose sus propias dudas y tratando de mostrar una actitud que no era propia de el, marcharon tranquilamente todos juntos por el resto del pasillo hasta detenerse frente a una de las puertas de acero, el hombre que daba las órdenes habló por radio e inmediatamente las cerraduras eléctricas se abrieron, después usó una llave un tanto peculiar para la restante y abrieron la pesada puerta.

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