Capítulo 34 - Vecinos

250 12 0
                                    


Algo me dice, que no va a ser la primera vez que odie este hábito de levantarme temprano, ahora que hago, los invitados llegarán sobre las 16:00, el desayuno no lo prepararé hasta dentro de casi 3 horas, no me gusta estar sin nada que hacer, pero Amo dijo que no nos relajáramos esta mañana.

Rafael no dejaba de removerse bajo las cobijas de su cama, hoy era el día en que se celebraría la fiesta, aún estaba procesando la información que Kato les había soltado el día anterior, el hecho de que el coreano fuera en realidad un esclavo aún, era por decirlo menos, shockeante, nunca lo habría imaginado, incluso llegó pensar que se trataba de alguna clase de apuesta entre su Amo y el joven; esto le había ayudado a distraerse otros 15 minutos, Sebastian les había ordenado durante la cena de la noche anterior que hoy no se levantaran a hacer ejercicio, que la casa estaba limpia y que los requería descansados y con la energía a tope, pero por más que lo intentaba no lograba volver a quedarse dormido. Estaba mirando directamente a las vigas del techo de su cuarto cuando unos suaves golpes en su puerta lo despertaron, haciéndolo sentarse sobre su cama pudo ver el momento en el que Gabe entraba a su habitación con la cabeza agachada, llevaba un pantalón de lana gris, una playera sencilla blanca y una chamarra encima.

- ¿Te molesta si me acuesto contigo? Me desperté y no puedo volver a dormirme.

- Es decir que ya estás tomando el horario, vale, métete – Rafa levantó la cobija a modo de invitación, el chico rápidamente se acomodó en el lugar – pero no te dejaré volver a dormir.

Mientras Rafael jugaba con el cabello del chico, este simplemente se dejaba hacer, se mantuvieron un buen rato en absoluto silencio, intercambiando suaves caricias, tras pasado casi una hora, un nuevo visitante se presentó en la habitación de los chicos.

- Sebas se va a molestar si le digo que están tan juntos.

- Igualmente se lo íbamos a decir, no puedo ocultarle nada a mi Amo.

- Además, no estamos haciendo nada malo – Gabe hizo un pequeño puchero mientras se llevaba la mano bajo el pantalón y se rascaba la jaula.

- Sucio.

- Me pica.

- ¿No querrás decir que te duele?

- Sólo cuando me ponen estimulantes, sino siempre está dormido.

- Aún no sientes placer – Kato comenzó a gatear sobre la cama hasta quedar encima del chico, inmovilizando los brazos con sus piernas, mientras pasaba lenta y cariñosamente sus manos frías sobre el torso y debajo de la playera de Gabe – eso se pude arreglar tan fácil.

- N-nooo, quítate de encima, Rafa ayúdame.

- En realidad, mientras más pronto lo aceptes, mejor te recompensará el Amo, ya sabes cuanto le gusta jugar con nuestro dolor, nuestra renuencia...

Rafael se quitó las cobijas de encima y ayudó al coreano a desvestir al chico, quien trató de resistirse pero nada pudo hacer frente a la fuerza de los mayores que rápidamente lo tuvieron a su merced, en algún momento Kato sacó cuerdas que al parecer estaban guardadas en alguno de los cajones del armario, asegurando sus muñecas y tobillos a los extremos de la cama y colocando finalmente una mordaza de bola.

Gabe veía con ojos de tristeza y súplica al moreno, pero este solo le devolvió una cálida sonrisa al tiempo que apretaba sus tetillas, mientras el coreano jugaba con sus pelotas flácidas. El cuerpo de Gabe fue acariciado en toda su extensión, haciendo especial hincapié en sus tetillas, cuello, muslos, bolas y verga enjaulada, el chico había estado luchando en vano contra las cuerdas que no cedían ni un centímetro, sintiendo como su cuerpo era usado ante la sonrisa y carcajadas del par de jóvenes frente a el quienes incluso comenzaron a lamer y morder algunas partes. Finalmente, el chico no pudo más, y entre sollozos, súplicas y forcejeos, comenzó a llorar.

Ahora eres MíoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora