Capítulo 5 - El primer castigo

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¿Por qué había soñado algo como eso en este momento? Rafael no tenía idea, entonces comenzó a dolerle la verga, estaba tratando de pararse pero la jaula no se lo permitía, intentó quitársela sin éxito y por ello se dedicó a pensar en otra cosa. Se enfocó en sus padres, que estarían haciendo, ¿lo estarían buscando? Estaba inmerso en sus pensamientos cuando escuchó la puerta del sótano abrirse, inmediatamente sacó esos pensamientos de su cabeza, recogió las piernas y se arrodilló como pudo dentro de la jaula.

- ¡Buenos días Señor!

- Vaya vaya vaya, eso es algo que no me esperaba, como pasaste la noche cachorro, ¿algo que reportar?

- ¡Sí Señor! - el chico se mostró un poco avergonzado y casi en susurros continuó - Du-durante la noche tuve ganas de orinar y, me atreví a hacerlo en el termo, disculpe Señor.

Rafael había agachado la cabeza y puesto las manos en su espalda, en señal de sumisión, ya había comprendido que el Amo tenía un carácter difícil y aunque no lo deseaba, estaba casi seguro que lo castigaría por lo que hizo, sin embargo.

- Bien hecho cachorro, si te hubieras meado aquí te habría echo lamerlo. A todo esto, ¿no tienes ganas de defecar aún?

- ¡No Señor!

- Me agrada esta nueva actitud que tienes, aun así tenemos que reforzar tu posición.

El hombre quitó el candado de la jaula y abrió la puerta, Rafael se puso a cuatro patas y caminó hacia el, levantó un poco la cabeza lo que permitió que le pusiera la correa más fácilmente, El Amo tiró de ella y comenzó a conducirlo por la estancia, Rafa tardó unos segundos en darse cuenta que estaban moviéndose en círculos, lo estaba paseando, al cabo de unos minutos le ordenó que se detuviera, no sin antes darle en las nalgas un fuerte golpe.

- Ouch

- ¿Dijiste algo?

- ¡Gracias Señor!

- Eso creí, ahora levántate. Tienes que aprender a andar en cuatro más rápido. Date la vuelta y camina de frente.

Rafael obedeció, levantó un poco los brazos en caso de que se topara con algo cuando empezó a caminar, sin embargo el Amo le golpeó las manos.

- Dije que caminaras, no que levantaras las manos. Continua

- Disculpe Señor.

Anduvo unos pasos más hasta que su pecho topó con una estructura de madera, quiso levantar las manos para inspeccionarla pero se contuvo, estuvo allí parado un rato, escuchando como el Amo revolvía cajones y gabinetes, y colocaba varios objetos en una superficie al lado de el. Sin previo aviso le tomó por la muñeca izquierda y la alzó por encima de su cabeza, sujetando su muñequera del extremo superior izquierdo de la estructura, una vez estuvo bien fijado Rafael subió por sí mismo su otra mano.

- Buen perro

- Gracias Señor

La voz de Rafael tenía un tono de sumisión y abandono, poco a poco comenzaba a aceptar su nueva realidad, intuía lo que le esperaba y anticipaba lo que el Amo le pediría; así del mismo modo, una vez sus muñecas estuvieron aseguradas el mismo, sin que se lo pidiera, separó sus pies hasta que coincidieran con la estructura, que para el momento ya sabía que tenía forma de "X".

- Muy bien, estas aprendiendo. Hoy voy a trabajar tu espalda principalmente, y si quieres ganarte un bocado extra hoy, excítame.

- Sí Señor, haré lo que pueda.

- Muy bien, prepárate mentalmente, voy a terminar de ajustar unas correas.

El Amo dijo "excítame" pero seguramente no le gustaría que Rafael gimiera durante el entrenamiento, antes ya lo había castigado por hacer demasiado ruido, y el que gritara el número de latigazos y agradeciera por ellos era una regla, ¿que podía hacer para complacerlo? Mientras tanto, el Amo pasaba cuerdas a través de argollas situadas en los costados de la estructura de esa forma terminaba de asegurar las extremidades de Rafael, tanto para ayudarlo a cargar con su peso como para evitar que su propio cuerpo se despegara de la estructura. Las cuerdas pasaban encima de sus muñecas y parte de sus brazos, así como de sus pantorrillas y muslos, por último jaló de la correa para asegurar directo a la pared, Rafael podía sentir la tensión que generaba.

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