Capítulo 29 - El precio de la desobediencia

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Tantos días de tortura y adoctrinamiento habían hecho estragos en Gabe, quien tuvo que acostumbrarse a despertar ante el más mínimo ruido, por ello abrió los ojos en el momento en que la persona a su espalda quitaba el brazo con el que lo tenía sujeto, se levantaba sobre la cama y lo saltaba. Vio al chico del que se había enamorado hacer ligeros ejercicios de estiramiento, porque sí, no era un sentimiento pasajero o producto de su buen trato, Gabe no quería ni debía admitirlo, pero se había enamorado de su ahora compañero en esclavitud; cuando se quitó de encima el cobertor sintió el frío de la habitación e instintivamente volvió a cubrirse con el.

- Levántate, o se nos hará tarde, y créeme cuando te digo que no quieres hacer enojar al Amo.

- Ya voy – de mala gana Gabe se deshizo del cobertor de tajo, ganándose un escalofrío en el cuerpo – ¿Cómo puedes aguantar?

- Aquí estamos bien, espera a que salgamos, además, ¿No estabas tu desnudo y atado en el suelo todo el tiempo?

- Me desacostumbre.

- ¿En una noche? Venga rápido, Amo no dijo que hicieras tus necesidades afuera, ¿cierto? – ante la negativa del esclavo Rafa señaló el retrete – aprovecha, pero que sea rápido.

- Gracias – el chico se levantó deprisa y fue a sentarse en el congelado váter, segundos después se escuchó el característico sonido de deshechos cayendo en la taza.

- Estoy listo, vamos.

Gabe, que ya había salido, siguió al cachorro que se había puesto la máscara con la que lo vio el primer día, cuando salieron al patio trasero no pudo evitar encogerse del frío, estando a punto de protestar se cayó al ver al otro chico ni siquiera inmutarse cuando asumió su postura a "4 patas", caminaron hasta el árbol y le vio parar el culo.

- Ahora se un buen chico y quítame el tapón.

- ¿Esta bien que yo...?

- Rápido.

Gabe no se atrevió a seguir cuestionándolo, apoyándose de una de sus suaves y redondas nalgas jaló el plug de cola con la mano libre, sorprendiéndole de lo parcialmente fácil que salió, tan limpio y casi inoloro, después Rafa se acomodó casi en cuclillas para poder cagar aún con el más joven viéndolo.

- Listo, ponlo de nuevo.

- Ok

El volverlo a meter tampoco fue tan complicado, Rafa entonces se irguió e hizo al chico caminar frente a el hasta llegar a la pequeña terraza, allí le dio indicaciones de comenzar a calentar sus músculos mientras el iba dentro por algo, minutos después regreso con algunos equipos básicos de ejercicios como pesas o cuerdas.

- Amo no quiere que seamos perezosos, además de querer que tengamos un cuerpo firme, hasta que él decida lo contrario esta será nuestra rutina diaria: levantarse, cagar/mear, ejercitarse, si el Amo no ha despertado podemos ducharnos, si el nos requiere antes debemos atenderlo, después podemos ducharnos rápido, luego hacemos el desayuno y después el nos dirá nuestras tareas.

- Sí Rafa, ¿tú antes hacías ejercicio?

- Sí, estuve en el equipo de Basketball por casi 6 años.

Mientras los chicos estaban trotando ligeramente alrededor de la propiedad, una ligera descarga nació de sus collares, cuando Rafa se giró para explicarle se encontró con un Gabe tirado en el suelo.

- ¿Qué...?

- Me tomó por sorpresa – dijo el chico comenzando a levantarse – se me enredaron los pies y caí.

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