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Tenía planeado ver a Paula el sábado pero por cuestiones laborales tuve que ir a la Maravilla y regrese el domingo demasiado noche, durante la tarde del mismo domingo le envíe un mensaje para disculparme por no verla, no quería que pensará que estaba jugando o algo por el estilo.

El lunes llego y desperté con insistentes golpes en la puerta de mi departamento, sabía que era él y a pesar de que era muy temprano, me levante y baje a abrir la puerta porque sabía que me haría el desayuno.

—¿Que tal todo por allá? —me pregunto Arthur apenas le abrí la puerta.

—De maravilla. —dijo haciendo referencia a su nombre. —Solo fue una cuestión sobre las dudas acerca del tratamiento del tequila.

—¿Sobre lo de añejarlo?

—Si, no tenían claro el porcentaje que debe ser enviado. —le explique.

—¿Y por eso te quedaste todo el fin de semana? —cuestionó mientras iba a la cocina.

—Aproveche para despejar la mente y relajarme de una larga semana. —dije siguiéndolo de cerca y sentadome en la isla. —Quería aclararme con unos acontecimientos de las últimas semanas.

—¿Acontecimientos?

—Conocí a alguien... —empecé y de inmediato capte su atención.

—¿Hablas en serio? —sabía que estaría sorprendido. —¿Quieres contarme?

—Prefiero ver como avanzan las cosas y te iré hablando sobre ella. —dije levantándome. —Solo necesitaba contártelo. —sin dudarlo se acercó y me dio un breve abrazo que ni siquiera me moleste en regresar. —Iré a darme una ducha y regreso, ¿nos vamos juntos?

—Por supuesto.

Me fui a mi habitación y me di una rápida ducha, no quería llenarme de pensamiento sobre Paula, el trabajo, mis padres, mi hermano y... mi pasado. No ahora que mi vida puede tomar un rumbo diferente a la rutina cotidiana de los últimos casi cinco años.

El desayuno estuvo tranquilo, Arthur me habló de como va su relación con Daila y que a ella le gustaría que pronto conociera a nuestros padres. Todo parece indicar que van muy enserio.

Llegamos a la oficina puntuales como siempre, incluso antes que Susy lo cual era un logro para mi. Minutos después de mi llegada ella se apareció en mi oficina y me entrego los documentos de la junta de las nueve.

—Quiero revisar unas estrategias que se propusieron del área de comercialización, ¿Puedes pedirlas por favor? —le pedí antes de que saliera.

—Si, ya los pido.

La junta fue algo desastrosa y la verdad este tipo de hombres; egoísta, narcisistas y machistas nunca serán parte de mi empresa. Lo único que ese señor hizo fue hacerme perder el tiempo y me arruinó mi mañana, tan bien que empezó con Arthur y su delicioso desayuno.

—Susy, ¿aún no tienes lo que te pedí? —pregunte molesta por la perdida de tiempo y también por el retraso.

No señorita, pero ya los vuelvo a solicitar. —creo que por eso deja de tutearme. Me levante y salí de mi oficina.

—No te preocupes ya voy por ellos. —dije rectificando mi tono de voz. —Gracias.

Antes de tomar el elevador pase por un café, necesito urgentemente algo de cafeína en mi sistema. Tome las escaleras porque solo era un piso y justo cuando di la vuelta para el área de comercio mi café termino en parte de mi cara y en toda mi camisa blanca.

—¡Carajo! —fue lo primero que dije cuando solté la taza y se rompió apenas toco el suelo.

—Yo perdón... —esa voz, no podía ser de nadie más que de quien se está metiendo en mis pensamientos. —Lo siento, lo siento. —repetía mirando los papeles, se veía demasiado afectada por ellos y no entendía porque si se podían remplazar. —Los... los... están todos mojados y llenamos de café... no.

Tequila; Puro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora