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Salí corriendo detrás de Paula, no es como que ella corriera muy rápido y mis habilidades deportivas tendrías que haber funcionado, corro todos los días y durante un par de años entrené box en alto rendimiento. ¿Que ocasionó qué no la alcanza? La respuesta es fácil, el calzado y la lluvia. Si, puede parecer increíble porque ¿lluvia en diciembre? Nadie lo creería pero eso sucedido el veinte de diciembre, no pensé que Paula saldría corriendo, tal vez era su manera de buscar libertad después de la cruda verdad que le confesaron.

Corría sin rumbo fijo y por más intentos que hacía por seguirle el paso, en cada intento me resbalaba y en muchas ocasiones termine corriendo en cuatro puntos. Después de casi cuatro calles la perdí y la lluvia se hacía más fuerte, no la veía por ningún lado lo que comenzó a asustarme porque le haya pasado algo.

—¡Paula! —hace varios minutos deje de gritarle porque me estaba ignorando. —¡Pau! —decidí cruzar por el parque, no había nadie en esta lluvia por evidentes razones, nadie en su sano juicio no buscaría refugio de torrencial lluvia.

Comencé a caminar por el parque buscando señal de Paula, pero no había absolutamente nadie y de los pocos autos que pasaban solo lograban alumbrar ciertas partes. Hasta que vi un bulto en una orilla del parque, casi llegando al final de la calle.

—Paula. —susurre y corrí hasta donde estaba, era ella. Estaba desmayada y al caer seguro se golpeó la cabeza porque tenía un ligero raspón, saque mi teléfono para intentar llamar a Arthur pero este definitivamente estaba inservible después de que termine completamente empapada.

Podría cargarla e intentar regresar hasta mi auto, pero eso implicaría correr el riesgo de resbalarme y caer, lo que significaría otro duro golpe para ella y también para mi. La tomé en brazos y camine con mucho cuidado hasta la esquina, donde con mucha suerte iba pasando un taxi.

—¡Señor! —grite porque no le veía intenciones de querer detenerse. —¡Taxi, por favor! —volví a gritar y por fortuna pareció escuchar mi grito desgarrador. —Por favor, me puede llevar a un hospital, mi novia esta herida y mi auto esta lejos de aquí.

—Claro, suba. —a pesar de la lluvia se bajó y me abrió la puerta de atrás, me ayudo a meter a Paula y volvió a su lugar. —Vamos. —dijo cuando me senté a lado de Paula y arrancó el auto.

Tardamos casi veinte minutos en llegar al hospital más cercano, nuevamente me apoyo abriendo la puerta y tomé a Paula en brazos para ingresar por urgencias.

—¡Ayuda! —grite y un par de enfermeros voltearon verme, de inmediato una doctora se acercó y solicito una camilla.

—¿Que sucedió? —pregunto la doctora mientras con una lámpara le abría los ojos.

—Ella comenzó a correr bajo la lluvia… y cuando la encontré estaba desmayada… no, no reaccionaba. —conté lo sucedido.

No dijo más y se llevaron a Paula en la camilla, no podía hacer más que esperar a que la doctora saliera de nuevo y darme noticias de Paula.

El reloj comenzó a avanzar, los segundos corrían de la manera más lenta o al menos así lo sentía, ¿por qué siempre en tiempos de espera, el tiempo avanza demasiado lento?

Había pasado exactamente cuarenta minutos, veía a médicos y enfermeras pasar de un lado a otro para atender a los pacientes que llegaban. También observaba a los familiares, algunos con rostros de alivio tras recibir buenas noticias y otros llorando por un diagnóstico no deseado, e incluso aquellos que recibieron la peor noticia como lo es perder a un familiar. Todos aquí queríamos buenas noticias pero no siempre escuchamos lo que queremos.

—Familiares de Paula Vega. —dijo la doctora rubia que la atendió cuando llegamos.

—Aquí. —me levante. Dijo que probablemente se desmayo y la caída provocó un golpe en la cabeza y también tenía luxada la muñeca. Le hicieron estudios y parece que el golpe en la cabeza no pasará a mayores aunque esta noche se quedará en observación, sin embargo, en su muñeca tendrá que usar una férula durante ocho semanas.

Le agradecí y una enfermera me llevo a la habitación donde aún seguía durmiendo, entre sus pertenencias busque su teléfono para avisar a mi familia y a Julia, pero desgraciadamente también estaba mojado e inservible. Paula permaneció dormida durante dos horas más y cuando finalmente despertó ya era de noche, mientras esperaba le pedí a una enfermera su teléfono para hacer una llamada, le avise a mamá que había pasado y dijo que ya venían en camino.

—Hola. —susurre cuando comenzó a abrir los ojos. —¿Como te sientes? —pregunte tomanos su mano entre las mías.

—¿Que… qué paso?

—¿Recuerdas algo? —la doctora rubia no dijo nada acerca de una posible perdida de memoria.

—Fuimos a casa de mamá para hablar con ella y Sasha… —tras decir su nombre supongo que los recuerdos de lo sucedido comenzaron a llegar, porque soltó unas cuantas lágrimas. —Sasha es mi… mi madre. —dijo con la voz entre cortada. —Soy hija de un violador.

—No, mi niña. —se senté a su lado y la abrace, recostó su cabeza en mi pecho comenzado a llorar por la verdad que nos dijo Sasha. —Eres más que eso, eres la mujer de mi vida, mi compañera, mi lugar seguro, mi mejor amiga, mi confidente y sobre todo mi felicidad entera. —quería que olvidara por un momento eso, pero en el fondo sabía que el pasado siempre nos alcanza y en este caso Sasha fue la encargada de hacer que nos viéramos cara a cara con la verdad. —Te amo, mi niña. Y lo que Sasha dijo no debe de cambiar nada, porque el que ella no te quisiera no significa que no valgas nada, eres muy importante en mi vida y quiero que así siga siendo. Tu eres mejor que ese tipo y también que Sasha, eres mil veces mejor que ellos dos juntos.

—Te amo. —se movió para unir nuestros labios, beso que segundos después fue interrumpido porque una enfermera entro a la habitación.

—Lo siento, no quería molestar, pero le toca su medicamento. —tenía la mirada en otro punto que no fuéramos nosotras, me levante de la cama para dejar que hiciera su trabajo. —Disculpe, usted es Alexia Carvajal ¿verdad? —pregunto finalmente mirando mis ojos. Asentí e inmediatamente sentí la mirada penetrante de Paula.

—Sus padres la están buscando, llegaron hace unos minutos. —dijo sin despegar su mirada de la mía.

—Gracias. —me volví acercar a Paula, deje y beso en su frente mientras ella con ambas manos tomaba mi rostro y unía nuestros labios. —Voy a decirles que estamos bien, ¿vale? —asintió pero no se alejo de mi, sabía que lo estaba haciendo por la enfermera que seguía en la habitación. —¿Quieres que le avise a Julia? —asintió y tomo mi mano antes de alejarme.

—Pídele que por favor no le diga nada a Sasha. —asentí y salí de la habitación.

Encontré a mis padres buscándome casi desesperados, en la llamada le dije a mamá que estaba bien que fue Paula quien estaba hospitalizada, pero seguro ella solo escucho hospital y corrió sin más.

—Hola. —me acerque a ellos y mamá inmediatamente me abrazo.

—¿Como estas? ¿Que te paso? ¿Y Paula como esta? —hizo una serie de preguntas luego de alejarse.

—Estoy bien. —me señale y seguí ahora abrazándome a papá. —Paula se desmayo mientras corría, se golpeó la cabeza y se luxo su mano izquierda. —me senté y ellos también, cada uno a mi lado. —¿Recuerdan a Sasha? —pregunte y mamá asintió.

—Tu amiga y la hermana de Paula. —respondió mamá y comencé a contarles todo lo sucedido en su casa, se sorprendieron pero no aceptaban y mucho menos entendían las malas acciones de Sasha.

Me despedí de ellos, me quedaría con Paula y ya mañana volveríamos a su departamento o si lo prefería a casa con mis padres.

R.

Tequila; Puro amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora