IV. ¿Rescate?

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¿Qué rayos acababa de ocurrir? ¿Eso fue real?

De inmediato me paré y corrí a cerrar la puerta con seguro. Jadeé mientras imágenes de lo de hace segundos recorrían mi mente ¿Qué mierda? Y ahora qué hago?... El labio me dolía como los mil demonios, afortunadamente no sentí ningún sabor a sangre en mi boca, significando que no me lo había rotó.

Estaba asustada, necesitaba algo que me sacara de este trance, así que decidí que necesitara una ducha muy fría y eso fue lo primero que hice. Me sentí realmente nerviosa, todo el cuerpo me temblaba y no entendía por qué, ¿por qué me intimidaba esa niña de esa manera?...

Me sumí en mis pensamientos planeando qué hacer. Estaría sola con esa chica casi todo el día y después de lo sucedido no tenía ni idea de si, salir de mi habitación o quedarme hasta que llegara alguien a mi rescate.

Salí de la ducha, y me miré al espejo. El mordisco que me había dado Abril me dejó el labio rojo y totalmente hinchado. Ahora, si estaba más jodida que antes ¿Qué le iba a decir a Vicky cuando me viera de esta manera?

Decidí no pensar mucho en eso y me vestí con unos jeans negros, camiseta blanca y me senté en la cama a reflexionar... ¿Debería salir? ¿O no? Si salgo e intenta algo de nuevo, voy a tener que noquearla o algo así. Además, Chip no ha desayunado, y yo menos. ¿Qué demonios debo hacer?

Había pasado casi una hora desde que Abril me acorraló en mi habitación propia. Me estaba muriendo de hambre, ¿y mi gato? Él también.

Necesito comida...

Ya sé. ¡Nuvia!

Cogí mi teléfono y marqué a Nuvia. Ella era la única que podía salvarme.

Primer timbre...

Quinto timbre. ¡Maldita sea! ¡Contesta!

Colgué y volví a insistir.

Primer timbre.

Al cuarto timbre. Nuvia se dignó a contestarme.

—Holaa —su voz se escuchaba ronca. ¿La maldita está durmiendo todavía?

—Nuvia, es Samantha. Tienes que venir ya a mi casa.

—No me jodas Sam. Es muy temprano

—Nuvia...

—Adiós —y me colgó. ¡Maldita Nuvia de mierda!

Insistí de nuevo, pero la muy hija de puta lo había apagado. Siempre la llamó para bromear, pero esta vez si necesito su ayuda de verdad.

Dos horas después.

Le había insistido a Nuvia unas veces más pero no logré nada. Finalmente me llené de valor y salí de mi habitación, empuñando las manos lista para atacar, y con el ceño fruncido para infundir miedo.

Iba caminando lentamente por el pasillo de las habitaciones hasta que llegué a la escalera. Me incliné para mirar hacia el primer piso, pero la loca no estaba a la vista.

Bajé en puntillas hasta que llegué al último escalón, eché un último vistazo alrededor de toda la sala y empecé a caminar suavemente dirigiéndome a la cocina.

—Hola —¡¡Mierda!! Su estúpida voz me asustó, haciéndome dar un salto mientras caía sentada el suelo. Me giré y ahí estaba Abril, ya vestida gracias a Dios. Con unos jeans cortos blancos, una blusa azul clara y con una puta sonrisa de satisfacción.

—Por fin vienes. Te estoy esperando para que desayunemos —Se acercó hacia a mí, mientras yo retrocedía en suelo —Hey hey... tranquila, no te haré nada—. Me detuve. Ella llegó hasta mí y me tendió una mano. ¿Qué demonios? ¿Acaso esta chica era drogadicta o qué?

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora