XXIII. Te amo (2/2)

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—¡Nuvia, no entiendo nada! —Le gritó Patricia bastante molesta, azotando los puños contra la barra.

Millaray la miró de reojo, extrañada por la actitud que estaba tomando, pero decidió no prestarle atención a eso y volvió su mirada a Samantha y a Abril que en este momento eran el centro de atención de todo el bar. El par no dejaban de besarse y muchas de las personas que las miraban estaban casi llorando de lo tiernas que se veían.

—¿Qué es lo que no entiendes? —Millaray le preguntó.

—¿¡Qué es lo que no entiendo!? ¿De verdad me estás preguntando eso? —Millaray asintió—. Bien, respóndeme. Uno, ¿¡cómo es posible que Samantha pueda cantar tan extraordinario y yo no ni idea!?, dos, ¿por qué Samantha está besando a alguien que no es Vicky?, y tres, ¿¡quién demonios es esa chica!?

El mismo tonito que usó Patricia antes lo volvió a repetir al hacer esas preguntas, pero ahora, sonaba como si estuviera al borde de explotar. Millaray claramente lo notó de nuevo y no dudó en voltearla a mirar con una expresión de burla.

Patricia se dio cuenta de cómo había hablado y al mirar la expresión de Millaray, supo que había sido descubierta. Tragó saliva y una risita bastante nerviosa salió de ella. —¿Qué?

Millaray levantó una ceja —¿Y tú por qué te pones así?... ¿Acaso estás enojada?

—Pues... —Las mejillas de Patricia comenzaron a teñirse de rosa, estaba volviéndose completamente colorada.

Millaray se dio cuenta por donde iba la cosa y comenzó a negar divertida —Dime Patt, ¿acaso estás celosa?

—¡No! —Patricia gritó, pero luego bajó la voz—, bueno sí —Millaray no entendía su actitud , y con esa respuesta, su expresión cambió a más confundida que antes—. No me hagas esa cara, es solo que... —Agachó la cabeza—, nunca nadie ha hecho algo por mí como lo que Samantha acaba de hacer por esa chica.

—Entiendo —Millaray respondió despreocupada—. Es sencillo Patt, consigue a alguien que sea demasiado cursi, esté jodido de amor por ti, luego tengan una pelea y ya, asunto arreglado.

Millaray sonó tan fría y burlona que Patricia frunció el ceño en respuesta y le palmeó el hombro —¡Uich! Tú no eres para nada romántica.

—Exacto, no lo soy. Y ahora... —Millaray señaló al par de chicas en aquella mesa—, déjame disfrutar el espectáculo.

—Te dejaré, pero antes contéstame lo que te pregunté. ¡Explícame!

Millaray soltó un suspiro, cruzándose de brazos —Mira Patty, primero, yo tampoco tenía idea que Samantha podía cantar de esa forma, segundo, está besando a alguien que no es Vicky porque ya terminó con ella, y tercero, la chica es su hermana...

—¿¡Terminó con Vicky!? —Patricia gritó sorprendida—. ¿¡¡Y está besando a su hermana!!? —Gritó más duro—. ¿¡De qué rayos me estás hablando!?

Millaray rodó los ojos y le hizo un gesto para que fuera más prudente. —Patt, sé perfectamente bien que todo esto suena muy extraño e imposible de creer, pero es así. La historia es muy muy larga como para contártela ahora y, además, ya tengo que irme.

—Uh, está bien, pero... tendrás que contarme luego. Lo prometes —Patricia le mostró su dedo meñique en señal de promesa.

—Lo prometo —Millaray respondió, juntando su dedo con el de ella.

Patricia sonrió y trató de lanzarse a Millaray para envolverla en un abrazo, pero fue imposible, porque ésta de inmediato la sujetó de los hombros, haciendo que se detuviera en seco.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora