VIII. Foto

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Mierda. Todo era una verdadera mierda. Mi respiración se cortó. Mi corazón latía con fiereza. Maldita Abril. No aguanté, tuve que cerrar la puerta y salir corriendo hacia mi habitación. Una vez que llegué ahí, cerré la puerta detrás de mí y me apoyé en ella. Las palmas de las manos me sudaban y mis pies parecían desfallecer. Esas imágenes, todo lo que vi en esa habitación, su respiración, sus sonidos, su mirada... su sonrisa. De repente me inundó un sentimiento, uno que no podía explicar con tan solo palabras.

Puse seguro a la puerta y me dirigí hacia el baño. ¿Por qué de repente estoy sintiendo esto? ¡No puede ser! No. Me eché un poco de agua en la cara. Necesitaba despertar, Necesitaba olvidarme de lo que acaba de ver. Me sequé con una toalla y salí del baño. Logré quitarme la chaqueta y los zapatos aún sintiéndome un poco aturdida por los hechos anteriores.

Me recosté en la cama, cerré los ojos y las imágenes me inundaban aún más. Desde un principio supe que la idea de vivir con otras personas era la peor de todas. Me imaginé todo tipo de escenarios, pero nunca uno como este. En este momento mi mente estaba revuelta con todo tipo de pensamientos, pareciera que Abril hubiera llegado a poner mi vida patas arriba, han pasado unos escasos días y ya me sentía con todo tipo de problemas encima.

Suspiré.

Tengo que pensar en otra cosa, no puedo permitir que esa niña me confunda, no puedo permitir que arruine mi estancia en mi propia casa, mis planes futuros y mucho menos la relación que tengo con mi novia. No es más que una cachonda que aparenta ser lo que no es...

Unos golpes en la puerta interrumpieron mis pensamientos. Oh no. Seguro es ella. Mi corazón se aceleró de nuevo.

No, no le voy a abrir.

—Sam —Apreté los ojos carbonatados. Solo lárgate maldita mujer. —Abre. ¿Crees que no sé qué estás despierta? Abre.

Silencio.

—¡Samantha! Por favor —Siguió insistiendo. ¡Que niña tan molesta!

Finalmente, después de casi cinco minutos, dejó de insistir. Suspiré aliviada. Buena decisión, no necesita más. Hoy... había tenido suficiente

Bajé al primer piso con Chip en brazos, buscando a papá

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Bajé al primer piso con Chip en brazos, buscando a papá. Como dije antes, se la pasa más aquí en la casa que en el trabajo. Lo vi en la sala, por supuesto en la compañía de Adriana y de Abril.

—Buenos días —Dije. Todos me devolvieron el saludo. —Papá, ¿puedo hablar contigo?

—Claro. Dime.

Todos se quedaron viéndome.

—Eh... yo...

—¿Es algo privado?

—Bueno, no —Sonreí —Solo quería pedirte que cuidaras a Chip. También avisarte que hoy me voy de campamento con las chicas y regresaré el domingo en la noche.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora