XXX. Jugando

4.5K 146 28
                                    

Una semana después, ya conducíamos de regreso a la cuidad. La Familia Rivera, Garza en la camioneta liderando el camino, mientras que Nuvia, Ama y Filis nos seguían de cerca en mi auto.

Llevábamos más de tres horas de recorrido y en todo ese tiempo yo no me hallaba, me dolían los huesos, tenía náuseas, me sentía mareada y para completar el panorama, mi novia prácticamente dormía como un bebé sobre mí, sus manos sujetaban mi cuello, su cabeza descansaba en mi hombro y todo el peso de su cuerpo recaía en mis muslos. Mi pobre trasero estaba paralizado y ya ni lo sentía.

Ady me echaba miraditas por el espejo retrovisor y se reía de mi ceño fruncido. Ella sabía que no la estaba pasando muy bien.

Pronto mi auto y las chicas desaparecieron por la carretera y nosotros llegamos a casa, papá parqueó la camioneta en la entrada del garaje y de inmediato se bajó para sacar las maletas de la cajuela.

—Sam, será mejor que despiertes a esa pequeña, ya no estamos en los tiempos donde podíamos llevarla cargada a su habitación —Me dijo Ady, bajando del auto. Abrió la puerta trasera por el lado donde yo estaba y de inmediato las mascotas saltaron al jardín.

Ady espero un momento con la puerta abierta, y como vio que no me moví, me quedó mirando con una ceja enarcada. —¿No piensas despertar a Abril?

—No, se ve tan tierna así dormida que no podría. Yo la llevaré a su habitación.

—¿Qué? —Preguntó con una mueca divertida—. Vamos Sam, no seas bromista y despierta a esa chica.

—¿Bromeando? No estoy bromeando Ady. Voy a llevarla a su habitación —Dije seria.

Ady negó y comenzó a reír.

—Ady, por qué te ríes... ¿acaso estás dudando de mis capacidades? —Enarqué una ceja.

—Claro que no, mi vida —Respondió sin dejar la risita—. Es que... —Pensó en decirme algo, pero dudó y se quedó callada—, no... Mejor déjame ayudarte —Se acercó a Abril, le acomodó bien la cabeza sobre mi hombro y le cruzó los brazos para que rodearan mucho mejor mi cuello—. Listo. Sal con cuidado.

Agarré a Abril de los muslos y cuando Ady la sostuvo de la espalda, me comencé a deslizar en el asiento, hasta que mis pies tocaron el suelo. Tomé aire, tomé fuerzas y me levanté con ella. ¡Vaya!, esta chica estaba mucho más pesada que antes.

—¿Estás segura que puedes, Sam? —Ady me preguntó preocupada... y era obvio, Abril era más grande que yo, en todos los aspectos...

—¿Necesitas ayuda? —Papá preguntó acercándose.

Negué rápido y comencé a caminar a la casa. Ady me abrió la puerta y entré casi corriendo, llegué a las escaleras, volví a sacar todas las fuerzas que tenía escondidas y comencé a subir escalón por escalón.

Mis pobres pies dolían como si estuvieran siendo torturados, pero a la final lo logramos y llegamos a la habitación de Ari. Ady acomodó bien la cama, las almohadas y yo me arrodillé en la cama y acosté a mi chica con mucho cuidado para que no se despertara.

—¡Qué guapa eres! —Ady me felicitó, aplastándome las mejillas. Me tomó de la mano y me hizo sentar en la cama junto a ella, se quedó mirándome por unos segundos y vi como en sus labios se hacía una sonrisa—. Gracias, Samantha. De verdad muchas gracias.

—Mmm... No es nada Ady, en realidad no me costó mucho subirla hasta aquí.

—No lo estoy diciendo por eso tontita —Me palmeó el hombro mientras reía—. Lo digo porque nunca había visto a mi hija tan feliz. Esta semana... conocí a una nueva Abril, a una más espontánea, alocada, mucho más libre... y sobre todo a una muy enamorada. Su sonrisa nunca fue tan reluciente como la de estos días. Y definitivamente reluce mucho más cuando sonríe para ti —Me incliné sonriendo. Ella miró a Abril y suspiró—. Hubiera querido hablar con mi niña mucho antes sobre sus sentimientos y no dejar que pasara todo este tiempo... Abril, sufría mucho con su secreto y lastimosamente yo no me daba cuenta y la hundía más con mis tontos consejos.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora