IX. ¿Culpable?

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—¿Chicas? —¿Eh?

Apenas escuchamos esa voz, Abril aflojó su agarre de mi cuello, de mis caderas y nos levantamos rápidamente.

—Oh por Dios. Hola... siento interrumpirlas —Oh, señor. Suspiré de alivio. Era una chica alta, con el cabello goteando y la ropa un poco húmeda, sosteniendo un gran maletín. A unos quince metros de ella estaban cuatro personas más, mirando directamente hacia nosotras, al parecer venían en su compañía.

Suspiré nuevamente asintiendo a sus disculpas. En ese momento Abril se acercaba a mi lado, tomó mi mano, entrelazando mis dedos con los suyos y me arrastró hasta que estuvimos un poco más cerca de la chica.

Abril asintió y sonrió —No te preocupes. ¿Deseas algo?

—Mm, sí. Verás, venimos desde la parte baja del manantial, aproximadamente a tres kilómetros de aquí. Estamos en busca de las cabañas. Unas personas nos dijeron que era siguiendo este camino del agua, pero la verdad no estamos muy seguros y no sabemos si vamos por el camino correcto —Suspiró —Yo vi sus tiendas de campaña y corrí hacia aquí sin pensarlo, lo siento de nuevo—. La chica bajó la mirada y sus mejillas se tornaron rosadas.

Joder. Las mejillas me ardían horriblemente. ¿Cómo diablos se atreve a decir eso?

Abril volvió a reír —Ya te dije que no debes preocuparte por eso. Y sí, vas por el camino correcto. Según sé, bueno, estoy segura: Debes seguir cuesta arriba hasta que encuentres una gran publicidad del lugar. Es casi a cuarenta minutos de aquí.

—Oh, muchas gracias, de verdad —La chica sonrió con un poco de pena —Bueno, adiós chicas —Empezó a alejarse —Lo siento—. Gritó nuevamente mientras agitaba su mano hacia nosotras. Finalmente llegó a su grupo y se fueron marchando.

Dios, ¿qué hubiera pasado si en vez de esa chica hubiera sido mi novia o alguna de las chicas? Definitivamente esta situación se me está saliendo de control.

Me solté del agarre de Abril y caminé hacia mi tienda de campaña para buscar una camisa y ponérmela.

—Samy —Escuché su estúpida voz —Sal de ahí.

Resoplé frustrada. ¿Qué acaso no se cansaba?

Salí de la carpa y ahí estaba, sonriendo mientras el sol iluminaba su perfecta sonrisa y ese cuerpo cubierto solo de un bikini negro. Inevitablemente el corazón comenzó a golpearme. La vida es injusta conmigo, no es posible que me sienta así, de nuevo.

—Samy, ven aquí. Quiero seguir besándote.

Caminó hasta que estuvo enfrente de mí y envolvió sus brazos en mi cuello. Maldita sea, su mirada era tan penetrante e intensa. Me quedé paralizada mirándola directamente a esos ojos. ¿Qué me está pasando con Abril?

—Ab-Abril —Tartamudeé —No me hagas esto, te lo ruego —Mi tono fue suplicante.

—No puedo Samy —Se acercó hasta mis labios y susurró —El deseo es un infierno que quema y yo estoy ardiendo por ti.

¡Ay Jesús! Esas palabras se inyectaron como agujas en todo mi cuerpo haciéndome estremecer y sintiendo como si una corriente eléctrica recorriera cada una de mis venas y músculos de mi cuerpo.

Su aliento golpeó en mis labios y segundos después, sus labios se envolvieron con los míos. Realmente era un beso. El primer beso donde estuve consciente, sin que ella me obligara y al que yo estaba respondiendo con mucho entusiasmo. Los labios de esta chica eran deliciosos. Era innegable.

—Ab-r-il —Yo hacía el esfuerzo por hablar entre el beso, pero su lengua no me lo permitía, salía y entraba de mi boca sin pedir ningún permiso. Mis manos tomaron vida y las puse suavemente sobre sus caderas quedándome allí por un rato, disfrutando de la sensación

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora