Incomodidad. Silencio. Tensión. Esas eran las palabras correctas para describir lo que pasaba en el auto en este momento. Hace media hora habíamos abandonado el lugar y desde eso, ninguna de nosotras había dicho nada, nadie parecía querer hacerlo y bueno, era comprensible después de toda la basura que Sara nos había gritado, y sobre todo lo último que le había dicho a Ari.
Eso tenía tan descolocada a mi novia que en lo que iba del camino, lo único que había hecho era soltar lagrimitas y gemidos ahogados contra mi cuello. No podía negar que me dolía mucho verla así, quería animarla o decirle algo que lograra calmarla, pero en este momento... era casi imposible. Yo no podía crear una frase coherente en mi cabeza y, además, estaba muerta de miedo pensando en lo que podría venirse.
De pronto mis pensamientos se esfumaron cuando vi a Milla abandonando el tráfico y desviándose a un callejón. Debo decir que me pareció muy extraño, pero decidí no preguntarle nada. Entonces, ella se detuvo, apagó el auto y se quedó mirándome en el espejo retrovisor.
—Parece que terminé de joderlo todo... —Dijo negando con la cabeza—. Estoy tratando de pensar en algo para ayudarlas, pero lo único que se me viene a la mente son las palabras de esa loca.
—Esto no es tu culpa, Nuvia —Le dije—. Creo que antes debo agradecerte porque si no hubieras reaccionado de esa manera, esa chica se hubiera salido con la suya.
—Sí, pero gracias a eso ahora ustedes están obligadas a confesarlo. Y no pueden pasar de hacerlo hoy, porque no sabemos que tenga planeado esa mujer.
—Ella tiene razón —Ama la señaló—. Aunque aún no sé toda la historia sobre Sara, comprendí lo que trató de hacer y eso no era justo para ustedes, ni tampoco para sus padres —Nuvia asintió en acuerdo—, está claro que esa mujer es una demente y no se va a detener. Y mucho menos lo hará con lo que pasó hoy.
Demonios... Las chicas tienen razón. Esto era una bomba con cuenta regresiva, o la explotamos nosotras o Sara lo hace.
—Entonces Sam —Nuvia volvió a hablarme—, ¿vamos a tu casa?... ¿o prefieres que vayamos a otro lugar para pensar en algo?
—Ari... —La moví—, ¿escuchaste? —Le pregunté. Ella solo me abrazo más fuerte, no me respondió nada, pero luego sentí su nariz haciéndome cosquillas en el cuello y supuse que eso había sido un "sí".
Ella era la pieza principal en esta situación y ahora, yo necesitaba una respuesta clara de lo que pensaba sobre esto. Entonces me incliné hacia atrás, logrando que ella sacara la cabeza de mi cuello y puse una mano en su barbilla para que me mirara.
Apenas esos ojos rojizos y llenos de lágrimas chocaron con los míos. No pude evitar maldecir una vez más a la jodida de Sara. Si ella no hubiera aparecido hoy, mi novia no estaría en estas malditas condiciones y probablemente estaría riendo como cuando recién nos despertamos.
En ese momento recordé que en los cajones de mi auto siempre mantenía una caja de pañitos, así que me incliné para sacar unos cuantos y comencé a limpiar sus mejillas con mucha delicadeza.
—Cálmate bebé. Dime, ¿qué quieres hacer? —Le pregunté.
Ella detuvo los sollozos y exhaló para poderme hablarme —Yo... quiero que sigamos tu plan... pero... —Volvió a agachar la cabeza—, las chicas tienen razón... Debemos ir a casa —Me susurró, y de nuevo, escondió su rostro en mi cuello.
Pegué el suspiro más largo de mi vida, la abracé con todas mis fuerzas y volví a acurrucarme con ella. Nuvia y yo nos miramos y eso fue suficiente para que retomara el camino.
ESTÁS LEYENDO
Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵ
Fanfiction¿Qué pasa cuando la novia de tu padre se muda a tu casa, y con ella, su linda y sexy hija? Samantha Rivera es una universitaria, buena onda, amigable y abiertamente lesbiana, que ha vivido sola con su padre durante ocho años. Pero él, de repente, l...