XXII. Te amo (1/2)

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Ni siquiera pude moverme de la puerta... La respuesta de Abril... esa que había salido de sus labios... ¡No podía ser posible! Ahora sí podía asegurar que me sentía peor de lo que había estado durante todo el mes.

Esto era como el golpe final. Si Abril le confesaba a Adriana que le gustaban las chicas... y también que... Sara era su novia... ¿¡Qué sería de mi estancia en este lugar!? Quiero decir, la idea de tener que verlas comportándose como una pareja real por toda la casa las 24/7, abrazándose, acariciándose y besándose con toda la libertad del mundo... iba a ser un puto suplicio.

¿Acaso no era suficiente para mí? ¿Era esto otro castigo por haber sido tan estúpida?

Iba regresarme a mi habitación, no me estaba sintiendo muy bien y además tenía bastante trabajo por hacer, pero gracias a todo el alcohol que había ingerido el día de ayer en este momento tenía la garganta seca y necesitaba refrescarme, así que no regresé y aproveché para entrar a la cocina.

Caminé directo al refrigerador sin mirar a ningún otro lugar, pero de reojo podía ver como Abril, disimuladamente, me seguía con la mirada. Llegué a él, saqué una botella de agua y comencé a tomármela.

Empecé a escuchar una risita tonta, que por supuesto, venía de Sara y no tenía ninguna duda de que la maldita se estaba burlando de mí...

No le presté atención y solo seguí tomándome el agua. Claro... hasta que escuché su voz —Oye, preciosa —Yo sabía que se estaba dirigiendo a mí. Pero ni siquiera me moví—. Hey, te estoy hablando a ti —Volvió a dirigirse a mí.

—¡Sara! —Abril le llamó la atención, pero ella no hizo caso y siguió.

—¿Qué, Ari? No estoy haciendo nada malo. Solo quiero saber qué estupidez cometió tu hermanita para que le dejaran la cara así ¿Acaso no tienes curiosidad? —Abril solo negó y siguió en lo suyo.

Debo confesar que nada de esto me estaba haciendo gracia, quería tirármele encima, darle cachetadas en toda la cara, cogerle la cabeza y arrancarle pelo por pelo... pero no, no haría nada de eso. No quería que Abril me odiara más.

Así que me relajé, cerré el refrigerador suavemente y caminé hacia la puerta con la botella de agua en la mano. Pero antes de salir, escuché como me susurraba de nuevo —cabrona— y me giré hacia ella, mirándola fijamente.

Ella sonrió de medio lado y enarcó una ceja... —¿Qué? Vas a contarnos qué le pasó a tu carita. Pequeña cabronsita —Rió.

Solté una risita, pero debo confesar que por dentro estaba ardiendo —Te lo diré, si también nos cuentas qué te pasó a ti —En su cara vi como quedaba confundida por lo que le había dicho y luego miré a Abril que ahora me miraba expectante.

—¿De qué hablas? —Preguntó.

—Pues, ¿cuántos golpes te dieron a ti? porque —Entrecerré los ojos e hice una mueca de disgusto—, ¡tienes la cara peor que yo!

Apenas esas palabras salieron de mi boca, Abril soltó una carcajada y tuvo que ponerse ambas manos en la boca para amortiguar el sonido. Sara la miró no muy feliz, con las cejas fruncidas y la cara mostrando total enojo.

—¡Muy graciosita... imbécil! —Me contestó. Miré de nuevo a Abril que aún no se recuperaba de lo que le había dicho a Sara y también solté una risa—. Eso imbécil... —Aplaudió—, ríete ahora... ríete, que luego veremos quien lo hace al final.

¡Demonios! La sonrisa de una se borró de mi cara. Por cómo estaban las cosas ahora, seguramente era ella quien iba a reír de última... pero bueno, este no era el momento de demostrárselo, así que levanté mi botella de agua en señal de salud, tomé un sorbo y volví a sonreír... —Lo mismo para ti —Le respondí desafiante y le guiñé un ojo.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora