XXXI. Felicidad

4.1K 148 23
                                    

Meses después...            

--¿Samy?--

--¿¡Sam!?--

--¡Samy por favor, necesitas descansar, ven a dormir ya!--

Oh por Dios... Abril gemía, se quejaba, chillaba, le daba golpes a mi cama, saltaba en ella. ¡Esta chica me iba a enloquecer!

--¡Sam, ya quítate de ahí!--

Me venía pidiendo lo mismo desde hace unas horas, pero yo la ignoraba y seguía en mi escritorio sin quitar los ojos del computador. En unas horas era la presentación final de mi Tesis y necesitaba estar preparada al máximo.

—Samntha, Samantha, Samantha, Samantha, Samantha, Samantha...-- Maldita vida.                                     

Lamentablemente ella no me ayudaba mucho y la poca paciencia que me quedaba ya estaba por el suelo.                                      --¿¡Samantha, me estás escuchando!?--

--¿Sam?--

--¿Samantha?--.                                     

--¡Samantha Rivera!--.                                      Apreté los puños con fuerza y suspiré tratando de calmarme. Paciencia, paciencia, Samantha.                                     

--¡Maldita sea, deja de ignorarme ya!-- Esta vez me gritó enojada.                                     

Por el espejo vi que cogió una de mis almohadas y comenzó a hacer una rabieta con ella. La azotaba contra el colchón, contra la pared.                                     

Volví mi mirada a la pantalla, negando por sus niñerías, pero al instante sentí esa almohada chocando contra mi cabeza.                                      El golpe me sacudió un poco, pero no me distraje y seguí leyendo los documentos con mucha calma.                                     

Y al parecer eso la enojó más. --¡Uhrggh! ¿¡Vas a seguir ignorándome!?-- Se quejó nuevamente y segundos después, la otra almohada voló, pero esta vez chocó contra mi portatil y lo hizo caer al suelo.                                      No pude evitarlo y estrellé mis puños contra el escritorio. Me levanté furiosa del escritorio, recogí una de las almohadas y caminé hasta quedar en el borde de la cama. Inmediatamente ella se quedó quieta y me quedó mirando asustada.                                     

--¡Tú crees que estoy jugando por Dios! ¡Estoy estudiando, necesito concentración y tu tonta gritería no me deja hacerlo! ¡Si quieres ir a dormir pues ve tú, yo estoy ocupada Abril! ¡No me jodas!-- Le dije bastante alterada y con mucha rabia azoté la almohada contra la cama.                                     

Los últimos días habían sido difíciles para mí, nada me salía bien, estaba muy sensible y me enojaba por cualquier situación. Hoy no era la excepción.                                      Iba a volver al escritorio, pero su voz me detuvo.                                     

--Son las 4:30 de la mañana, ¡maldita sea!, ¡estás no son horas de estar estudiando!-- Cogió la almohada que yo había tirado a la cama y me la lanzó de nuevo en la cara. --¡Lees esa maldita cosa todos los días, es lo único que has hecho durante todo este tiempo y no soporto que me ignores más. Es suficiente!--

--¡Lo hago porque se me olvida!-- Le grité.                                     

--¡Se te olvida porque lo lees todos los días!--

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora