XIV. Ya no será lo mismo (1/2)

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Con las manos temblorosas, me acerqué para ayudarla hasta que logré quitárselo y sin querer mis manos rosaron su espalda y fue mi maldita perdición. Tomé todo su cabello entre mis manos dejándolo aún lado de sus hombros y le dí un beso en la nuca. Ella se dio la vuelta, con ambas manos tapándose los pechos.

Durante unos instantes nos miramos y no pude evitar lanzarme a sus labios... Besarla.

Cerré mis ojos, dejándome llevar por todo tipo de sensaciones mientras mis manos se posaban con fuerza sobre sus mejillas. No quería que se fuera a ninguna parte, no iba a dejarla ir a ninguna parte. Sus manos se posaron a cada lado de mis caderas, apretándome fuerte de la camisa.

Sus labios comenzaron a moverse con los míos, en cortos picoteos que retumbaban en el eco del baño, hasta encontrar el ritmo perfecto y dejarnos llevar. Su lengua encontró su lugar en mi boca, sus labios encajando perfectamente entre los míos. Era un beso lento. Lleno de sentimientos.

Lentamente fui bajando mis manos acariciando su cuello, sus hombros, sus brazos hasta posarme en sus caderas, apretándolas. La giré suavemente, ahora ella quedando de espaldas a la puerta del baño. Caminé en lentos pasos haciendo que ella retrocediera hasta acorralarla contra la puerta. Abril quitó su agarré de mi camisa y subió sus brazos rápidamente a mi cuello envolviéndolas ahí.

La impulsé con fuerza haciendo que sus piernas se enredaran en mis caderas, y sus pechos desnudos pegaran en los míos aún sin despegarnos del beso. Quería salir de ahí, tenía que salir de ahí, necesitaba una cama. Estaba frente a la persona que hacía despertar mis deseos, mi apetito sexual descontrolado. Deseaba sentir a Abril de todas las maneras. Mi corazón acelerado y el escalofrío en mi estómago me lo pedían a gritos.

Busqué la manija de la puerta y cuando la encontré, tomé a Abril con todas mis fuerzas y nos alejamos de la puerta para poder abrirla. Lo hice, mientras seguíamos en un constante picoteo sonoro de labios.

Mientras me sostenía de las paredes de la habitación, logré llegar hasta su cama y suavemente nos lanzamos sobre ella.

Me alejé de sus labios, lanzándome contra su garganta donde le mordí levemente con mis dientes, varios mordiscos por el contorno de garganta, bajando hasta el comienzo de sus pechos. Llevé mi boca otra vez hacia arriba, recorriendo su piel con la humedad de mi lengua, subiendo hasta el lóbulo de la oreja y bajando hasta su cuello. Comencé a exhalar sobre su cuello, a lamer su piel. La delicada piel y entonces, noté un ligero escalofrío que recorría su piel.

Mi oreja quedó a la par con su boca sintiendo el aliento de sus jadeos y luego un susurro que cortó mi respiración.
—Samy, quiero hacer el amor contigo.

La miré, en sus ojos brillaba el deseo.

Su voz fue calmada —Quiero estar contigo... quiero hacer el amor —susurró de nuevo contra mis labios. Antes de sentir sus frías manos caminando debajo de mi camisa, acariciándome —Por favor...

Sus palabras, su aliento y su mirada consiguieron que me ruborizara, fue entonces cuando me di cuenta de algo: estaba enamorada de esta chica. Sus lindos ojos de gato, esos labios rojos y exquisitos, su cabello largo y castaño. Todo en esta chica me encantaba. Lo que me hacía sentir en este momento era inexplicable.

Quería cumplir su deseo, su deseo... también era el mío...

La miré de nuevo y no pude evitar volver a tomar sus labios. Sus manos fueron recorriendo mi espalda hasta que sacó mi camisa, tirándola por ahí. Llevó sus manos a mi cabello, enredándolas. Fui regando besos por su barbilla, pasando por su cuello, su clavícula hasta que rocé levemente sus pechos con mis labios. Abril tembló y se arqueó cuando sintió mi aliento golpearla.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora