XX. Te odio

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Mi pecho dolió aún más cuando vi como Abril correspondía al beso. Mi mente se revolvió de pensamientos locos. Acaso ella estaba demente. ¿Por qué no la alejaba?

No le di más vueltas al asunto y salí de mi escondite. Esto había pasado los límites. Me acerqué pisando fuerte y de inmediato, Abril empujó a Sara lejos de ella.

Traté de no parecer afectada por la situación, aunque lo visto hace unos instantes me carcomiera por dentro...

—Permiso —dije para ambas. Ellas bloqueaban la entrada.

La estúpida de Sara me miró como si fuera lo más normal del mundo y se corrió unos pasos. Espere lo mismo de Abril... pero no lo hizo.

—Abril, me puedes dar permiso —le repetí muy calmada.

Esperé unos segundos, tan solo para verla negando con la cabeza.

Suspiré y volví a repetirle lo mismo, pero de nada sirvió porque solo negó de nuevo. No sabía qué rayos pretendía Abril, pero algo muy cierto es que yo ya estaba perdiendo los estribos.

—Ari, déjala entrar —Sara le pidió al ver que yo empezaba a frustrarme, pero Abril volvió a negar sin dejar de mirarme.

—¡Maldita sea! ¿¡Qué haces!? —grité. La idea de parecer serena ya no estaba conmigo... —¡Quítate!

—¡No! —me gritó.

¿Pero qué le pasa?... —No estoy para tus mamadas. Quítate de allí o yo lo haré. Niña tonta!

—Hey, hey cálmate —Sara se hizo delante de ella—. No tienes por qué tratarla así

Oh mierda... Lo que me faltaba.

Sonreí —Tú no te metas ¡Lárgate de aquí! —contesté.

Ella frunció el ceño —Sí lo haré. Abril es mi amiga y no voy a permitir que le hables de esa manera tan grosera. Además, ¿Quién eres tú? —alzó una ceja.

¿Quién era yo? Oh pero claro... Por supuesto que no se acordaba de mí, estaba tan ocupada tocando y contemplando a Abril en la jodida cena que ni pudo grabarse mi cara.

Solté una carcajada —¿Tu amiga... Abril es tu amiga? ¡Wow! Yo no sabía que las amigas también se comían la boca —dije sarcástica, ganándome una mala cara de las dos—. ¿Y quién soy yo? Eso a ti no te importa. Quiero que te largues de mi casa en este instante. Y espero no tener que volverte a ver por aquí.

Estaba perdiendo mi tiempo con estas chicas, así que pasé por su lado para entrar a la casa, pero una mano en mi pecho, me cortó el paso.

Miré la mano y no necesitaba levantar la cabeza para saber de quién era. —¿Por qué, Samantha? Tú no tienes ningún derecho a decidir quién viene aquí. Esta también es mi casa —Wow Abril, ¿en realidad estás haciendo esto?

—Abril tiene razón. —Dijo Sara—. Y es mejor que te vayas acostumbrado a mi cara porque la vas a ver muy seguido —soltó una risita —¡Jodida cabrona! —susurró casi inaudible, pero para su mala suerte, no lo fue para mí.

La sangre llegó a mi cabeza e intenté lanzarme contra ella, pero no pude porque Abril de inmediato me agarró del cuello de la camisa.

—¡No te atrevas! —me gritó.

¿Esto era real? ¿Abril iba a ponerse de su parte cuando la muy estúpida me había llamado cabrona? No lo podía creer.

—Suéltame, Abril —le advertí.

—¿¡Y si no qué!? —Volvió a gritar—. ¿Qué vas a hacer? —Me desafió.

No le respondí nada. Mi cerebro no procesaba que ella tomara esta actitud conmigo.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora