XV. Ya no será lo mismo (2/2)

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El tercer orgasmo de Abril finalmente llegó y entre pequeños gemidos y un grito al final de nuestro acto, quedó tumbada sobre mi cuerpo, sus manos debilitadas a cada lado de sus muslos y su cabeza sobre mi hombro, temblando, jadeando, sudando... completamente extasiada.

Nos quedamos un rato en esa posición tratando de recuperarnos de lo sucedido, mucho más ella. Podía sentir como sus fuertes exhalaciones en mi cuello y las sacudidas que daba su cuerpo se iban normalizando cada vez más, hasta que finalmente toda la habitación quedó en completo silencio.

Me estaba cansando de estar sentada sobre el respaldo de la cama así que puse una mano en la parte de atrás de la cabeza de Jennie, la otra en su espalada y me deslicé suavemente hacia abajo hasta que mi cuerpo quedó totalmente sobre la cama y mi cabeza sobre la almohada. Ella no se inmutó por el movimiento y siguió acostada sobre mi cuerpo mientras yo le propinaba pequeñas caricias en su espalda. Estuve haciendo eso por un rato hasta que ella finalmente se movió, inclinó su cabeza apoyando su barbilla contra la mía, cruzó sus manos sobre mi pecho y clavó su mirada en mis ojos, luego, se pasó a mis labios y se inclinó un poco para darme un pico.

—Gracias, Sam —su voz sonó ronca.

Esbocé una sonrisa de medio lado mientras mis ojos se iban cerrando solos. Estaba cansada, agotada, sentía que pronto iba a caer en el más profundo de los sueños.

—Sam —oí su voz. Me habló en un tono mimado—. Sam, no te duermas. Es tu turno —sentí otro picoteo en mis labios.

¡Esta chica era increíble! ¿Cómo diablos tenía tanta energía después de todo lo que había pasado? ¡Yo estaba muerta!

Sonreí internamente ante sus palabras, pero seguí con mis ojos cerrados sintiendo como el picoteo de mis labios iba descendiendo y se convertían en besos húmedos recorriendo mi mandíbula repetidas veces. Sus besos se intensificaron y ahora, estaban en mi cuello; mientras sentía una mano traviesa caminando por mi clavícula, mis pechos, bajar por mi abdomen y meterse debajo de mis shorts; yo no llevaba bragas lo que hizo que su toque me estremeciera y soltara un gemido. Abril lo notó, ya que al instante, el peso de encima de mi cuerpo desapareció y a los segundos, yo ya estaba completamente desnuda.

El peso volvió a mi cuerpo y de nuevo sentí sus besos en mi cuello y garganta. Sus manos acercándose a mis pechos cubriéndolos con toda la palma. Comenzó a masajearme hasta que sus dedos atraparon mis pezones erectos; lo que me hizo reaccionar de una manera salvaje y le clavé los dedos en la espalda. Giré la cabeza hasta encontrarme con sus ojos, mirándonos llenas de complicidad y deseo.

Abril sonrió ante mi reacción y ahora su lengua descendía por mi cuello, mis hombros, llegando a mis erectos pezones que fueron absorbidos, mordidos y mimados por su mágica boca. Yo tocaba el cielo por el placer que me estaba dando. Nuevamente sentí sus manos descendiendo por todo mi cuerpo, mi abdomen, mi ingle. El roce de sus dedos me hizo temblar y de inmediato abrí las piernas. Mi humedad se hacía más abundante y un gemido ahogado salió de mi cuando sentí sus dedos atrapar mi excitado clítoris.

Abril soltó una risita todavía con mi pezón en su boca, lo estiró con sus labios y lo soltó para subir a mi rostro. —Estás muy mojada, Sam... y eso me encanta —besó mi nariz, mis labios y fue descendiendo hasta que su rostro quedó entre mis piernas donde también dejó una ráfaga de besos que me hicieron temblar.

Me agarré de las sábanas lo más fuerte que pude tan pronto como sentí su lengua rozarme sobre mis pliegues una y otra vez hasta que finalmente los atrapó con su boca, succionando. Sus manos buscaron las mías y yo solté las sábanas para entrelazarlas fuertemente con las suyas; mientras sentía como introducía su lengua. Empezó a moverla dentro de mí repetidas veces. Me estaba enloqueciendo, necesitaba sentirla más. Comencé a mover las caderas contra su lengua y a gemir constantemente.

Sᴇrás ᴍɪ ɴᴏᴠɪa | ᴿᴵⱽᴬᴿᴵDonde viven las historias. Descúbrelo ahora