🦋Capítulo 3

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Aria

Capítulo 3

Aria

Después de desayunar con Blake me voy directo al trabajo. Mi día se centra en finalizar tres bocetos y evaluar cómo va la producción de dos vestidos que Roy solicitó con suma urgencia. A las nueve de la noche, me encuentro completamente exhausta, recostada en el sofá de mamá, rogándole al demonio que me arrastré al infierno.

Cierro los ojos y, en el instante en que logro descansar por un instante mi alborotada mente, percibo un maldito y agobiante sonidito que me conduce a retornar a mi triste realidad. «¡¿Por qué a mí, Dios?!» Respiro profundamente cogiendo paciencia del cielo y abro los ojos, encontrándome con Lily moviendo sus pulgares a una velocidad asombrosa encima de su móvil, mientras que una boba sonrisa le invade el rostro.

—¿Con quién hablas? —indago acercándome para leer el chat—. ¿Con tu novio?

Me lanza una mirada despectiva y se corre dos espacios más allá, alejándose lo más posible de mí.

—No, y no te importa.

Me echo a reír por su entretenida conducta y le pico la cintura con el dedo, provocando que de saltitos y suelte carcajadas.

—Vamos Lily, dime quién es.

—¡Basta! —chilla retorciéndose de risa.

—¿Es guapo? —Vuelvo a picarla con el dedo—. ¿Es sexy? ¿Tiene lindos ojos?

—¡Para ya! —Suelta unas carcajadas que me hacen sonreír—. Es guapo, sí. Pero no tanto como Alex.

De repente, mi sonrisa se esfuma y me alejo de ella como si su piel me quemara. Lily se da cuenta de lo que acaba de decir y suelta el móvil bruscamente, cubriéndose la boca con las dos manos.

—Aria lo siento tanto, yo no...

—Ya. —Sacudo la cabeza tratando de esbozar una sonrisa que no logra llegar a mis ojos—. No es tu culpa.

—¡Sí que lo es! Yo y mi bocota.

Sonrío, pese a que escuchar su nombre me estremeció por dentro.

—Tranquila. —Deposito un pequeño beso en su frente para darle calma—. Tengo que irme, ya es tarde y mañana tengo que trabajar.

Lily me abraza con sentimiento de culpa, lo veo en sus bonitos ojos y luego me marcho a mi apartamento.

Una vez allí me derrumbo.

Los oídos me zumban y mi visión se torna borrosa. Aprieto los puños conteniendo con todas mis fuerzas el llanto. No es que Lily haya provocado un tornado en mi interior, sino que escuchar su nombre es como si alguien me impactara en el rostro, despertándome de un doloroso sueño. El oír el nombre de Alex en la boca de cualquier persona me hace recordar que aún se encuentra lejos y que, posiblemente, nunca más regrese a mis brazos.

Me sujeto de la pared para contener mi debilitado cuerpo. Respiro pausadamente, igual como me enseñó Grace, mi terapeuta y, poco a poco, vuelvo al presente. Debido a ella, hace mucho tiempo que dejé de tener ataques de pánico, ahora soy consciente de cuándo se desencadenarán y lo impido con todas mis fuerzas.

A lo lejos escucho un leve sonido. Agudizo el oído y sigo la melodía hasta llegar a mi bolso que está tirado en el suelo. Lo levanto con dificultad y saco mi móvil con las manos temblorosas. Al leer el nombre en la pantalla iluminada, aclaro mi garganta y finjo, tal y como siempre lo hago.

La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora