Aria
—No tendrías que haberte rebajado —le digo a Nick en el momento en que nos subimos a su auto para alejarnos de una vez por todas de la maldita reunión.
Estuve planeándola minuciosamente, viendo cada detalle de ella, revisando los pro y los contras, por dos días, por ¡dos putos días! ¿Para qué?, para nada, ya que salió todo al revés. La idea era que Amelia aceptará el contrato y se quedará con Roux, de esa manera yo podría devolverme feliz a Montreal para finalmente desaparecer de la vida de Alex.
Pero no, se le tuvo que ocurrir la brillante idea de partir la puta empresa en dos.
Pude haber desistido, sin embargo, no lo hice. ¿Por qué? ¡Porque soy una maldita masoquista! Prefiero mil veces tener a Alex cerca, odiándome con su vida, que alejarme y no verlo nunca más. No obstante, aquí estoy, retractándome de la decisión que tomé, aunque ya no haya vuelta atrás. No lo pensé y solo seguí mi instinto, el cual, como era de esperarse, me decepcionó a la primera. Alex no me quiere cerca, me lo ha dicho en tres mil idiomas diferentes y yo la muy estúpida, sigo sin entender.
Durante un segundo se me pasó por la cabeza decir firmemente que no aceptaba la mitad de la empresa, dejando a Roux en manos del pedazo de idiota de Alex, pero mi niña interior, la soñadora, la que anhelaba trabajar para esa gran diseñadora que es Amelia Roux, salió a la luz en el último minuto. No podía abandonar mi sueño por miedo al dolor que me causaba la presencia de Alex. Soy buena en lo que hago, hasta los críticos lo dijeron y no puedo solo irme y dejarlo todo, así como así. No soy de las que se rinden fácilmente. Si tengo que luchar hasta el final por algo que quiero, lo haré y no me frenará nada, menos un Storwell.
—Me estaba provocando... —contesta Nick apretando el volante con más fuerza de lo normal—. No podía solo dejarlo estar.
—Sabes que Alex es un experto en provocar a los demás, pero eso no implica que debas seguirle el juego.
—Te estaba insultando.
—Sí, lo sé... Y te agradezco que intentes defenderme, pero yo puedo hacerlo sola —respondo mirándolo de reojo.
—No dejaré que se salga con la suya.
Me muerdo el labio y observo por la ventana.
—Una parte de Roux sigue siendo mía. Así que no ha ganado.
Nick deja escapar un largo suspiro y me mira.
—Eso es lo único bueno que sacamos de todo esto.
Veinte minutos después, Nick me deja en una cafetería apartada de la ciudad, mientras él se dirige a Blink a reunirse con sus socios. Pido un café caramel macchiato y me siento en los sofás marrones que están al fondo del local. No quiero que nadie me moleste. Necesito pensar y procesar lo que sucedió hace unas horas y lo mejor para eso, es estar completamente sola y en silencio.
Dejo escapar un suspiro y observo por la ventana como los autos pasan por fuera de la cafetería. «Que ganas de subirme a uno y conducir tan lejos como fuese posible». No pensé que volver me haría sentir tan mal. Tantos años soñando con la vida que dejé atrás y resulta que ahora daría todo por volver a la vida tranquila que tenía en Canadá.
Ahora tengo que tomar una decisión, volver a Montreal o quedarme en Londres, y al parecer se está volviendo la decisión más difícil de mi vida.
Cierro los ojos y comienzo a pensar en todas las razones que tengo de quedarme y en los millones de motivos que tengo para marcharme.
Cojo una servilleta, saco un bolígrafo de mi bolso y me inclino sobre la pequeña mesa para anotarlos, de esa forma es más fácil decidir qué hacer.
Motivos para quedarme en Londres:
ESTÁS LEYENDO
La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)
RomanceSegundo libro de la bilogía "Medianoche" Es difícil olvidar a alguien con quien te has imaginado pasando el resto de tu vida, pero más difícil es volverlo a ver después de una tormenta llena de secretos y traiciones. ¿Podrán Aria y Alex vencer sus d...