🦋Capítulo 26

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Alex

—¡Adivinen! —exclamó Jake frotándose las manos con entusiasmo.

En cuanto recibí el llamado de mi amigo tuve un déjà vu. Nos exigía reunirnos, ya que quería contarnos algo importante. Frasecita parecida a la que nos dijo cuando nos informó que tenía novia. No obstante, esta vez oírla se sintió diferente, ya no estaba tan ansioso de estar con ellos, ni tampoco tenía ganas de escucharlos hablar. Con suerte podía oírme a mí mismo y cuando eso pasaba siempre terminaba con un ataque de pánico voraz. 

Solo acepté venir, porque estaba teniendo una semana de mierda. Nada está saliendo bien. Como Joseph sigue crítico, debo ocuparme de todo lo que respecta a Wellst. Y ahora también Roux se sumó a mis responsabilidades. Así que no me quedó otra que pedirle a papá que se hiciera cargo de SW. Si bien tengo un poco más de libertad gracias a mi padre, también estoy presionado por los socios de Wellst, cosa que me tiene un poco enfermo de los nervios. Estos días he perdido a dos de ellos y la cabeza me ha vuelto a doler con la misma maldita intensidad que hace tres años. Por lo tanto, necesitaba una distracción para quitarme el trabajo de la mente y también para quitar su recuerdo de mis pensamientos y sin duda estar con mis amigos es una buena manera de hacerlo.

Ha pasado una semana desde que la vi por última vez en la superentretenida reunión sobre Roux. Dios, con solo recordarla, se me eriza la piel. Estuve observando disimuladamente todos sus movimientos, desde su manera de hablar, hasta la forma en que erigía la espalda al sentarse, y todo aquello me llevó a una sola conclusión. Ella ha cambiado. Ya no es la chica insegura y temerosa que conocí, ahora es valiente, determinada, segura de sí misma y fuerte, muy, muy fuerte.

Ni siquiera puedo describir con palabras lo que me provocaron sus ojos los pocos segundos que se clavaron en los míos. Fue algo tan intenso que un calambre me recorrió el cuerpo, posicionándose de manera abrupta en mí entrepiernas (suceso que no me pasaba hace mucho, mucho tiempo). Por poco me levanto, avanzo hacia ella y la subo a la mesa, con el fin de hacerla mía de nuevo. Por un momento un pequeño destello de esperanza cruzo mi pecho, pensé que tal vez podríamos hablar y solucionar nuestros problemas, pero luego vi como el rubio idiota hablaba con ella, le susurraba al oído y le tocaba el rostro con tanta suavidad, que toda esperanza de volver a lo que teníamos se rompió en mil pedazos. La rabia me inundo. Un fuego abrazador irradió de mi pecho con solo mirarlo. Estuve a punto de ponerme de pie y estrellarle su estúpida cara en la mesa de reuniones. Sin embargo, no lo hice, ¿por qué?, porque Ariadna Davies ya no es asunto mío, y aunque la sangre me arda bajo la piel, no puedo hacer nada al respecto. Dankworth es su novio, yo había renunciado a ella, y ya no había vuelta atrás. Quizás las palabras que le dije al final de la reunión no fueron las mejores y créanme me culpo por ello, pero cuando una persona está dolida no se detiene a pensar, solo actúa y la mayoría de las veces lo hace equivocadamente.

—Dilo de una vez —insiste, Connor resoplando con frustración.

—¿Preparados?

—Escúpelo Jake —añado recostándome en el sofá de la terraza de Connor. Estoy cansado y lo único que deseo es ir a casa, darme un baño y dormir hasta que pasen tres años más. Tal vez así consiga sacarme la maldita rabia que llevo dentro, por culpa de ella y la del puto Dankworth.

Jake levanta las manos al aire con una gran sonrisa.

—¡Volví con Kat! 

Le lanzo una mirada a Connor, quien me responde con una mueca algo extraña.

—¿Eso quiere decir que ya no dormirás en mi sofá?

—¡Por supuesto hermano! —sonríe ampliamente mostrando su dentadura perfecta—. Me iré a casa con mi prometida, hoy mismo.

La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora