Alex
La sangre me arde bajo la piel al ver a Joseph de pie en mitad de la sala con la sonrisa perturbada que lo caracteriza. Aprieto los puños y voy directo a él. Lo agarro de la camisa y lo estampo en la pared más cercana, no me importa que esté cojeando y utilice bastón, no me interesa la exigencia de Isabella, no me importa nada. Ahora solo siento las ganas de romper su maldito rostro hasta que ya no quede rastro de su existencia. Escucho la voz de Bella a lo lejos, pero no me detengo, tengo que saciar mi rabia y solo matándolo, podré sentirme finalmente tranquilo.
—Te voy a matar pedazo de mierda asquerosa —mascullo mirándolo fijamente y apretando su cuello con tanta fuerza que me duele la mano, sin embargo, su maldita sonrisa arrogante persiste en su rostro.
—Tranquilo muchacho, no hay para qué ponerse violentos —dice con dificultad tratando de apartar mi mano, pero le es imposible, su maldito rostro ya se está tornando violeta.
Dos hombres me intentan agarrar de los brazos, pero me zafo. Mi ira es más fuerte que ellos.
—¡Alex! —la voz de mi padre llega a mis oídos—. ¡Suéltalo!
Siento un pinchazo en la espalda que hace que lo libere. Dado a la intensidad de la adrenalina, no me percaté que tras de mí hay un hombre que me apunta con un arma. Respiro profundamente y en el instante en que doy dos pasos atrás, un puñetazo le impacta el rostro, rompiéndole la nariz. Me doy la vuelta y veo a mi padre de pie, frente a él, con los nudillos ensangrentados. Los mismos hombres que intentaban agarrarme previamente, ahora lo tienen a él, sujeto de los brazos.
Miro hacia atrás y veo que cada uno de mis amigos tiene a un sujeto en su espalda apuntándolo con un arma. Nadie se mueve. Veo el terror reflejado en sus ojos y los pulmones se me estrujan dificultándome respirar.
—¿Y eso porque ha sido hijo? —pregunta el muy idiota limpiándose la nariz con la mano.
—¡Te atreviste a tocar a mi hija! La engañaste durante once malditos años... ¿Cómo pudiste hacerle eso?, es tu nieta, mal nacido de mierda. ¡Tu nieta! —grita con rabia—. Me hiciste pensar que estaba muerta y todo ¿para qué? ¿Para satisfacer tu maldito ego poderoso?
—Esa no es mi nieta. —Ríe con ganas—. Es una chica débil e ingenua que no sirve para nada.
Papá tensa los músculos e intenta zafarse, pero no puede. Lo que hace que la rabia explote bajo mi piel. Me importa una mierda el sujeto que tengo atrás, avanzo con rapidez, voy directo a matarlo, a estrangularlo hasta que no quede más oxígeno en su cuerpo, pero antes de que pueda siquiera acercarme, su voz me frena.
—Si me tocas, la mato. —Sus ojos se dirigen hacia un costado. Sigo su mirada y veo entrar a un perro de su ejército de bastardos, con Aria. El brazo del maldito rodeándole el cuello y apuntándola con el arma en la sien. El alma me cae a los pies y me duele el pecho al intentar respirar. Sus ojos vidriosos me parten el corazón y, sin poder evitarlo, me culpo nuevamente por no haber ido con ella, por no poder protegerla y por no estar a su lado cuando más me necesitaba.
Kat ahoga un grito y mamá se cubre la boca, ocultando un sollozo. Isabella tiene los ojos hinchados y rojos. Su piel está más pálida que de costumbre y solo mueve los ojos, ya que el shock le imposibilita hablar.
—¡Suéltala! —grita papá sacudiéndose con ímpetu.
—No.
—¡¿Qué carajos quieres de nosotros?! —escupo con ira.
Joseph se larga a reír y me mira.
—Te quiero a ti a mi completa disposición.
—Jodido loco de mierda —murmura Aria a su lado y me tenso.
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La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)
RomanceSegundo libro de la bilogía "Medianoche" Es difícil olvidar a alguien con quien te has imaginado pasando el resto de tu vida, pero más difícil es volverlo a ver después de una tormenta llena de secretos y traiciones. ¿Podrán Aria y Alex vencer sus d...