🦋Capítulo 10

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Aria


—Tuviste un mal día, ¿eh?

—No tienes ni idea —respondo jadeante, mientras golpeo con fuerza una y otra vez el saco de box que tengo delante.

Asher, mi entrenador de defensa personal y boxeo, me observa desde una leve distancia, con una expresión divertida en el rostro.

—¿Quién te hizo algo tan malo como para que quieras asesinar a mi pobre Violeta?

Violeta es el nombre de su saco de box. Bueno, uno de los diez sacos de box que posee en su gimnasio. Les tiene nombre a todos, ya que considera que expulsas mejor la rabia cuando crees que golpeas a «alguien» en lugar de a algo.

—Nicholas Dankworth —contesto lanzando patadas y golpes certeros.

Hace una mueca de dolor y camina hacia mí.

—¿Qué hizo ahora?

—Ser un ególatra narcisista, que solo piensa en sí mismo. —Doy un último golpe y me detengo para descansar.

—Entiendo. —Asiente con la cabeza de forma reflexiva—. Quizás deberías golpearlo a él, no a mi Violeta. La estás destrozando. —Acaricia el saco de box con afecto, como si fuera una persona real.

Me quito los guantes y exhalo el aire con fuerza.

—Tranquilo, ya estoy mejor.

—¿Segura? —Asher aparece en mi campo de visión con el ceño fruncido. Bajo la mirada y me percato de que lleva la camiseta deportiva completamente pegada a su tonificado cuerpo. Por la hora, supongo que acaba de terminar una clase de CrossFit, eso explicaría el sudor en su piel tostada.

—Estaré bien Ash, no te preocupes.

Me levanta la barbilla con los dedos y me mira fijamente a los ojos.

—¿Te he dicho alguna vez lo sexy que te ves enojada?

—Cállate —respondo sonriendo y dándome media vuelta para ir a ducharme.

—¡No nos diste las gracias! —grita a mi espalda.

—Gracias, Ash, gracias, Violeta. —Niego con la cabeza divertida, mientras dejo atrás la vibrante risa de Asher.

Al llegar al apartamento, inmediatamente, me pongo a trabajar. Cojo un lápiz y comienzo a trazar una línea, luego otra y otra, hasta formar un boceto que sí merece la pena. Durante estos días he estado poco en el Fire, el Gimnasio de Asher, ya que me he dedicado casi al cien por ciento al taller, lo cual ha ocasionado que el estrés se vuelva más intenso. El ejercicio es el único método que permite mantenerme cuerda y serena. Comencé a tomar clases de defensa personal y boxeo al año de llegar a Montreal. Asher me acogió y, al poco tiempo, se convirtió en mi mentor y mi amigo. Hemos pasado bastante tiempo juntos durante estos últimos años y aunque a veces me alejo por trabajo, Ash siempre está presente cuando lo necesito.

Mi teléfono vibra con una notificación justo cuando estoy concentrada en mi diseño. Le echo una ojeada y diviso el nombre de mi hermana en la pantalla, lo que me obliga a abrir el chat, no vaya a ser que sea algo urgente, aunque conociendo a Lily lo más urgente en su vida es comprarse el último libro de romance que vio en BookTok.

—«¡Lo siento, lo siento, lo siento! No te enojes conmigo, por favor, te lo compensaré, te lo prometo».

Frunzo el ceño desconcertada en el instante en que golpean dos veces la puerta de mi oficina.

La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora