🦋Capítulo 2

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Aria

—¡Lo sabe! —insisto, paseándome histérica de un lado a otro por mi apartamento con el móvil pegado en la oreja.

—Te puedo asegurar que no lo sabe Aria, quédate tranquila, por favor —dice él con su voz grave y profunda.

—¡No puedo! —grito perdiendo los nervios—. Me encontró, no sé cómo, pero lo hizo y ahora vendrá por mí y por mi familia. ¡¿No entiendes que estamos en peligro?!

Escucho un largo suspiro a través del teléfono.

—No te hará daño, porque no sabe que estás en Montreal. Joseph cree que estás en Nueva Zelanda y que te llamas Meryl Jones, yo mismo hice que pensara eso. Tengo todo bajo control, por favor confía en mí, ¿cuándo te he fallado?

—Jamás.

—¿Entonces?

Me muerdo la uña del meñique con nerviosismo.

—Tengo miedo...

—Escucha —me interrumpe—. Realizaré unas llamadas para que te quedes más tranquila, y volveré a asegurarme de que Joseph no está involucrado en la invitación. Pero, debes prometerme que de igual manera no asistirás al evento.

El solo hecho de imaginar que Alex pudiera estar presente en la inauguración, hizo que se me retorciera el estómago. Automáticamente, me llevo los dedos al colgante de ala de mariposa que tengo en el cuello. No me lo he quitado desde que llegué a Canadá. Gracias a Dios, Joseph no se percató de que lo tuve en mi mano durante todo el tiempo que permanecimos en el despacho de Benjamín. Si lo hubiera hecho, una parte de Alex ya no se encontraría conmigo.

—¿Crees que Alex estará...?

—Prométemelo, Aria —me interrumpe un poco más impaciente que de costumbre.

Cierro los ojos un momento y respiro hondo.

—Te lo prometo —respondo, aun sabiendo que esa promesa está destinada a romperse.

Llego al taller de Roy Williams al mediodía.

Trabajo en este lugar hace un año y medio. Se trata de un sitio bastante tranquilo cuando él no está por aquí, por supuesto. Porque cuando viene..., Dios nos libre. Es un hombre altanero y desagradable, algo parecido a Rafael, pero con clase. Su metro noventa y sus ojos azules eléctricos intimidan a quien lo mire. Odia la impuntualidad, la falta de profesionalismo y la opinión de los demás. Soy la diseñadora de la marca, aunque Roy lo niegue y no me dé el lugar que me corresponde frente a las personas. Si hubiera sabido cómo era el famoso Roy Williams desde un principio, jamás hubiera accedido a trabajar para él. Se lleva todo el mérito y todo lo que hace es supervisar lo que hago y dar el visto bueno a mis diseños. Después, aparece al final de cada colección, como si fuera el cerebro de todo. Gracias a Dios, hace poco me brindaron la oportunidad de ocupar el cargo de diseñadora en Fitz, una tienda de alta calidad de la ciudad. No es tan conocida, pero me brinda la oportunidad de adquirir más conocimientos acerca de este mundo y, finalmente, deshacerme del imbécil de Roy.

—¡Victoria Brown!, te he estado buscando toda la mañana, necesitamos hablar —dice Amber entrando a mi oficina sin llamar y apuntándome con el dedo.

Amber Williams trabaja para su padre, en otras palabras, supervisa a los empleados del taller. Es odiosa al igual que él y trata a las personas como si no tuvieran alma. A menudo discutimos por su falta de tacto a la hora de tratar a los empleados y, cuando eso sucede, Amber baja la voz y se disculpa. Solo por esa razón sigo reuniéndome con ella, o hace mucho tiempo que la hubiera enviado al infierno.

La oscuridad del Mediodía © (Libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora