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No me pertenece.

Las calles del mercado estaban tranquilas. Con sus debidos clientes, todo iba bien para cada uno de los negocios. Las personas iban y venían, siempre saludando cordialmente. Así habían sido los últimos meses; así les gustaba estar.

En un momento se comenzaron a escuchar reclamos de una voz conocida, la cuál no habían escuchado durante mucho tiempo, pero que de forma instantánea alertó a todos los aldeanos.

Las personas comenzaron a agruparse y a mirar con sorpresa y temor la controversia creada en cuestión de minutos. Aparentemente hace media hora había llegado un joven vendedor nuevo en la aldea. Estaba llevando una caja de mercancía a su puesto y el peso le resultó ser demasiado, lo que hacía que caminara un tanto desequilibrado, y sin darse cuenta, en un momento tropezó con alguien, causando que algunas frutas cayeran al suelo.

Trató de disculparse mientras recogía las frutas, después de todo, era algo que le sucedía a cualquiera. Para su actual infortunio, con quién se había tropezado era alguien conocido (y muy temido) por los aldeanos.

Aunque de forma curiosa, todos habían notado algunos cambios por parte del de mirada rubí en los últimos meses. Y es que ya no se le veía seguido por allí como antes, y las veces que lo hacía, no se enfocaba en molestar a nadie, realizaba alguna compra y se retiraba, manteniendo un semblante inexpresivo. La situación era tan extraña y inusual que les producía inquietud.

A pesar del misterioso cambio, nadie se sintió seguro. Temían que hasta en lo mínimo se enfadara, por lo que ni siquiera realizaban contacto visual con él a menos que se debiera.

Otra cosa que todos notaban aparte de la actitud reservada del hombre, era lo distraído que se veía en ocasiones, y ésta no fué la excepción.

Manipulens al instante culpabilizó al vendedor de incongruente, mientras que éste, al ser nuevo en la aldea, y al no saber de lo que era capaz, no dudó en enfrentar al mayor sin ningún temor.

" Pero si fuiste tú quién se interpuso en mi camino. ¡estabas distraído!, ¿Que tiene que ser tan importante para no prestar atención por dónde caminas? "

Todos resollaron al unísono, mostrando una expresión de sorpresa y preocupación entre ellos.

Las mejillas del de tez lila se enrojecieron, y sintiéndose preso del coraje sentido en el momento. Furioso, no dudó en alzar su mano con vehemencia. Todos los presentes se asustaron, sin saber qué hacer.

De la mano de Manipulens salió una esfera de poder púrpura, que fué directo al joven. Éste asombrado y sin saber qué hacer, solo pudo tapar su cabeza con sus brazos. No hubo impacto.

El joven alzó su mirada, y vió a un hombre mayor de piel anaranjada oscura, con una melena turquesa que levitaba en constante movimiento.

Manipulens cambió su rostro de enojo a sorpresa. No esperaba verlo allí aquella mañana.

Las personas a su alrededor se sintieron a salvo, y sintieron felicidad de ver al Maestro Patada en ese preciso momento.

Patada se acercó hasta estar frente a él, y Manipulens se tensó. El mayor tomó su mano aún alzada y susurró:

- No les hagas daño.

Los aldeanos no comprendieron la acción tan calmada del mayor. Pudo haberlo lanzado contra el suelo como hace unos años, pero no fué así, lo trató con un cuidado que los dejo desconcertados

Manipulens relajó su expresión, y susurró un " Como quieras " con irritación e indiferencia, para proceder a pasar a un lado de él, y retirarse del mercado en silencio.

Todos agradecieron al instante a Patada por " salvar la vida " del joven vendedor, al cual se llevaron para explicarles quienes eran ambos hombres de distintas tonalidades y su estatus en la aldea.

Patada miró la marca de quemadura en el antebrazo donde recibió el impactó, y miró el camino por el cual se fué Manipulens. Se mantuvo pensativo un momento, para después retirarse a su hogar, abandonando el pensamiento de perseguirlo, después de todo, ya no era necesario.

• • •

Acarició la mejilla del de tez lila, quién yacía recostado a su lado en el césped, con su lacio cabello algo alborotado.

Manipulens tomó la mano de Patada, misma que lo estaba acariciando. Tomó la muñeca y miró la zona del impacto, el antebrazo estaba recubierto de un vendaje recién puesto.

Tocó con cuidado y sigilo el vendaje.

- Lamento eso - Susurró.

- No pasa nada. – Respondió esbozando una sonrisa, aceptando la muestra de afecto.

Desde hace meses ambos se reunían en el frente de la casa del mayor para hablar de cosas en lo general, y en ocasiones, dejarse llevar por los sentimientos que los invadían al verse desde hacía ya mucho tiempo.

Se convertían en un manojo de nervios al ser inexpertos, mientras se basaban en lo básico. Abrazos, caricias, y en un descuido, besos que principalmente venían del menor.

Era un experimental y simple amorío, por el momento no era algo del todo serio. Aún aprendían el significado de amar.

Patada observó por el rabillo del ojo a quién se había convertido en su amante desde hacía unos meses, mientras pensaba en muchas cosas, pero siempre parecía recordar lo mismo.

Manipulens no le pertenece.

No podía cambiar el tipo de persona que era, no podía manejar la forma en que lo veía. El siempre tenía la opción de irse y de quedarse. Al aceptar eso en cierto aspecto le quitaba un peso de encima.

Lo amaba, no lo decía, pero lo amaba, y si un día Manipulens así lo deseaba, se podía ir. No podía aferrarse a él, lo que tenían era experimental, y no quería obligarlo a quedarse.

Y aún siendo consciente de eso, disfrutaba de aquellas tardes que pasaban juntos. Pensar que Manipulens esté decidiendo quedarse junto a él lo hacía sentir una profunda alegría.

Lo miró, y el le devolvió la mirada. Algo tenían esos ojos bermejos que lo enloquecían, su color era igual de vivo y brillante que un rubí. Pero lo que más amaba, era que esa mirada iba dirigida a él, esa mirada que lo hacía sentir calmado y a la vez, podía encenderlo hasta consumirlo.

- Llevas rato mirándome, ¿Que tengo en la cara?. - Preguntó.

- No tienes nada. - Respondió el mayor al instante. - solo creo.. que eres hermoso. - Confesó rascando su mentón.

Las mejillas de Manipulens se sonrojaron. Cerró sus ojos para responder en un casi susurro:

- Yo opino lo mismo de tí.

Sostuvo con su mano el rostro ajeno para inclinarse y desaparecer la distancia que mantenían. Cerraron sus ojos para disfrutar del momento. El sabor de sus labios juntos era algo adictivo, algo a lo que podrían acostumbrarse.

Era simple, era básico, pero era perfecto.

Era lo que necesitaban.

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Flor De Melocotón || KicknipulensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora