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Desconfianza.

Au.Omegaverse

Después de tantas lluvias, finalmente el sol había hecho acto de presencia. Los valles se mostraban coloridos y el clima era fresco, pero aunque todo eso junto era su definición de un buen día, temía que no era así, pero el problema estaba en él, no en su alrededor.

El Maestro de cabellera flotante se encontraba sumergido en una bañera, mostrándose inexpresivo ante los pensamientos que lo ensimismaban. No quiso salir ese día, realmente tenía la mente muy desordenada como para hacer cualquier otra cosa; pero hubiera preferido escalar una montaña a tener que quedarse en casa sobrepensando a niveles innecesarios.

No había vuelto a ver a Manipulens en tres semanas. Lo último que recibió de él fué un escrito donde explicaba sin detalles que no saldría de su hogar durante tiempo indefinido debido a temas personales. Para ese momento no comprendía cómo no detectó el olor de su presencia a la hora de dejar el manuscrito al pie de la puerta de su hogar, pero no quiso pensarlo mucho. No lo buscó para pedir explicaciones y mucho menos le dió importancia.

El tiempo sin la compañía del otro fué regular, pudo continuar sus hábitos diarios sin ningún problema, pero en su paladar yacía el insípido sabor de la intriga que lo carcomía. A veces fijaba su vista en la puerta de su hogar, preguntándose si en algún momento el alfa de mirada carmesí se aparecería en ella tan burlesco como lo es habitualmente. Reconocía que eran adultos, y que por ende no tenían que darse explicaciones para éstas cosas, eso era claro, pero al haberse reconciliado o algo semejante, ¿No era correcto preocuparse por el otro? ¿O talvez, dedicar alguno que otro verso para definir su estado y así calmar su inquietud?

Esos pensamientos lo desalentaban, y también lo molestaban, pues lo hacía pensar que Manipulens no tenía el más mínimo cuidado por su amistad.

Talvez estaba exagerando, quizá Manipulens quería meditar sobre las acciones del pasado y por eso se aisló de la gente, incluyendo su presencia.

Cerró sus ojos con lentitud, dejándose llevar por la calma que le brindaba la temperatura del agua. Aunque la idea de holgazanear a horas tan tempranas no le convencía, admitía estar disfrutando ese momento de relajación.

Debía reconocerlo, estaba preocupado, y inevitablemente intrigado por lo que sería de la vida del hombre de tez lila. Quería verlo, y no sabía cuántos días más soportaría el peso de reprimir ese deseo. A veces recordaba que el día en que recibió la carta había percibido un olor inusual en el escrito, el cual podía identificar como el de Manipulens, pero también presentaba un aroma un poco más agradable, siendo una mezcla agridulce que lo desconcertó, pues era algo inusual en éste expresar olores que no se asimilen a la hostilidad. Pese a ello reconocía que se trataba de Manipulens indudablemente, el tiempo que pasaron juntos fué suficiente para identificar la letra del menor.

Inclinó su cabeza en la orilla de la bañera con frustración. Debía mantener su paciencia intacta, sería incongruente perder la calma por algo tan comun, pero había algo en su mente que lo ponía inquieto, como un sonido constante que perturbaba su calma pero que no lograba identificar.

Se hundió completamente en el agua con lentitud en busca de calma. Le exasperaba la forma en la que Manipulens actuaba, siempre tomando decisiones por sí mismo sin pensar en si podría afectar a los demás, aunque también era un tonto por permitir que algo tan repetitivo como lo es el egoísmo de Manipulens lo afecte. Y entre todos los pensamientos que merodeaban su mente, hubo uno fugaz que aterrizó en la superficie de su calma, provocando que sus alertas se activen y pierda todo rastro de pereza.

Flor De Melocotón || KicknipulensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora