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Patada

Las pequeñas risas resonaron en la pintoresca habitación.

Teeyang se encontraba hablando por su celular con Hao desde hacía ya unos minutos. Tenía planeado salir esa tarde junto con Min a una pequeña pastelería que ella le quería presentar. Mientras esperaba el mensaje de Min, ella alegre enviaba textos y stickers tiernos al joven de cabello azabache, con quien mantenía la costumbre de chatear casi todos los días después de clases.

Sonrió tras ver la foto que le envió, era él reparando su espada, no se veía más que la mesa de trabajo, su espada y su dedo pulgar alzado. Justo abajo enviaba textos comentando sobre las mejoras que tenía planeada y en lo que podrían facilitar sus batallas.
Ella, sin entender del todo las explicaciones, solo se limitó a envíar la foto de un pato exclamando " ¡Excelente trabajo! "

La joven de melena café oscuro tomó por despistado al pequeño Maestro de Kung Fu que yacía en un tazón blanco con agua caliente, y lanzó una foto con filtro de gato tomando la mejilla de Patada haciendo signo de paz con la otra mano. Éste de forma inconsciente se exaltó, saltando fuera del tazón. A pesar de eso la foto salió bien.

No dudó en enviarla, emitiendo pequeñas risas.

– ¿Que te sucede niña? No comprendo tu necesidad de conversar con él por cualquier cosa. – Comentó regresando al tazón.

– No es una necesidad, solo tengo el gusto de conversar con un amigo. – Excusó despreocupada. – Es lo que hace cualquier persona.

– Yo no me he comportado así. Nunca fuí alguien pegajoso. – Tomó un pedazo de fruta picada y lo llevó a su boca. – Eso, amiga mía, es una preferencia entre tus demás amistades. – Comentó con tono de burla, causando que a la joven se le enrojecieran las mejillas, ofendida.

– ¿Ah? No sé de que hablas, yo no tengo una preferencia con Hao, estás inventando eso para molestarme. – Acusó en negación sobre su supuesta preferencia por el joven ojizarco. Ella quería a sus amigos por igual, ¿no?.

– No lo estoy inventando. Quieres saber sobre él todo el tiempo y te gusta hacerlo reír, eso es querer a alguien de forma especial, por decirlo así.

No era tonto. Habían detalles en la amistad de Teeyang y Hao que hacían pensar a cualquiera que se querían de forma única. Los regalos, el nerviosismo, la necesidad de estar al tanto del otro. Cosas comunes que podían llevar a un sentimiento más profundo sin que se dieran cuenta.

La joven se sentía acorralada, no había considerado el cuidado y cariño que tenía hacia Hao, la hacía sentir avergonzada, cosa que prefería ocultar.

– Pff, ¿Que podrías saber tú sobre querer a alguien? ¿Alguna vez quisiste a alguien así? – Inquirió de brazos cruzados, evadiendo el tema.

La pregunta le causo gracia. Patada era fiel creyente de que no necesitaba nadie más que a sí mismo. 

No tenía deseos de buscar compañía, y tenía planeado estar sólo la gran parte de su vida, cosa que le había salido perfectamente. Trataba a las personas cordialmente y no realizaba conversaciones si no eran profesionales. No tenía amistades y mucho menos tenía una preferencia.

Estuvo a punto de negar la pregunta orgulloso de ganar la discusión, pero algo le impidió alardear de la situación. Había recordado algo de su vida en la antigüedad, y había recordado a la única persona que aceptó tener como compañía.

Guardó silencio, tratando de dejarse llevar por el recuerdo.

• • •

Las pisadas apresuradas opacaron el silencio en el que se encontraba sumido. De forma inconsciente sonrió, reconociendo la presencia que se acercaba a su hogar.

– ¡Maestro Patada! – Llamó con ánimo, cargando consigo algunos objetos útiles para la pesca.

El hombre de piel lila se acercó a la casa, Patada ya estaba en el frente del hogar esperándolo. Manipulens saludó con una pequeña reverencia que hizo sentir gustoso al mayor.

– ¿Está preparado para otro día de pesca con su alumno favorito?. – Preguntó bajando el bolso con las cosas momentáneamente.

– Eres mi único alumno, pero sí. ¿Listo para perder otra vez? – Preguntó con humor, haciendo que el menor riera sarcástico.

– Muy gracioso. Pero ésta vez no ganarás, Patada. He buscado las mejores zonas para pescar; practiqué nuevas técnicas; compré la mejor carnada...

Dejó de escucharlo por un rato, no por la descortesía de no sentirse interesado; sino porque se sumía en el silencio de admirar la determinación de su compañero. Su mirada, sus expresiones, sus movimientos irradiaban decisión y confianza.

Disfrutaba del tiempo que pasaban juntos, era algo que estaba dispuesto a acostumbrarse por el resto de su vida, aunque el pensamiento le sonara exagerado. Incluso si al principio no se sentió cómodo con su presencia, sin quererlo, lo guardó en un lugar especial de su corazón.

Una mirada rubí confundida lo sacó de su ensimismamiento, ni siquiera notó la mano que estaba en su hombro.

– Oye, ¿Estás bien? Te quedaste mirándome por un minuto sin decir nada. ¿Qué pasa?. – Preguntó. Aunque no estaba del todo extrañado, Patada no era alguien que hablara cuando no lo creía importante; pero era notoria la mirada perdida del maestro de Kung Fu.

– Para nada. Solo me quedé pensando. – Respondió tranquilo y un tanto avergonzado rascando su nuca.

– Bueno, vámonos antes de que el sol salga y no tenga tiempo de ganarte. ¡Camina! – Se quejó mientras jalaba el brazo del de mirada jade. Éste solo se rió en voz baja, para comenzar a caminar.

• • •

No pudo imaginar que ese sería su recuerdo más querido, y el último antes de que sucediera el accidente del pergamino. Todo se fué a abajo sin que se diera cuenta y al final quedó sólo en un mar de confusión.

Ubiera amado seguir saliendo a pescar junto a él, ojalá Manipulens ubiera sentido lo mismo.

“ amado.. ” Ese pensamiento lo desconcertó.

– Querer a alguien es.. doloroso. – Respondió en un tono casi susurrante. –

Teeyang no supo que responder ante el comentario, la discusión parecía haberse perdido en cuanto Patada quedó en silencio, y ella sólo esperó una respuesta.

– ¿Que quieres decir con eso? – Preguntó confundida y fuera de contexto.

Patada salió de su trance en cuanto la oyó, y se asustó. No quería dar explicaciones sobre el tema y mucho menos de quién se trataba. Ella ni siquiera sabía a qué se refería exactamente con " querer de forma especial ".

El teléfono de la menor vibró. Ya era hora, Min la estaba esperando afuera de su hogar.

– ¡Min ya está aquí! – Exclamó con entusiasmo, olvidando el tema anterior, cosa que iba a favor del adulto.

Abrió su bolso y Patada saltó a él. Adentro el maestro de Kung Fu solo se recostó, desanimado.

Cerró sus ojos por un momento, y vió una silueta morada recorrer en sus memorias.

[ 🌸 ]

El siguiente capítulo es la continuación de éste, y sucede en medio del arco de Haonipulens. Quise empezar con una lectura ligera que no hace mención del enamoramiento todavía. Goodbye.

Flor De Melocotón || KicknipulensDonde viven las historias. Descúbrelo ahora