El que no arriesga no gana.

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[ Capítulo 40 ]





- Yibo.

- Mngh~

- Alfa.

- Nghh...

- ¡Wang Yibo, nuestros hijos van a nacer!

- ¡¿QUÉ?!

Yibo se sentó en pánico en la cama, con el cabello desordenado y la comisura de la boca llena de baba seca, volviéndose completamente loco.

- ¿Ahora? ¿Tan rápido? ¡Tenemos que ir al hospital!

El único en pánico ahí, era él. Su Alfa estaba muy tranquilo y el Omega a su lado dio varias risitas al verlo. Se calmó a sí mismo, ¿Cuántas veces había pasado esto ya? ¿Cuántas veces había sido engañado así? Ya había perdido la cuenta.

Miró a su Omega con reprimenda, el cual estaba de lado mirándolo y riéndose más que entretenido, luciendo tan increíblemente lindo e inocente con ese cabello más largo y un vientre de embarazo de seis meses y medio que ocupaba una buena porción de su cama. No podía enojarse. Simplemente era demasiado débil ante este muy embarazado Xiao Zhan.

- Wang Zhan, tú... ¿cuántas veces te he dicho que no me asustes así?

Zhan rió de nuevo - Aiyo, eres tú quien no se despierta por mucho que lo llame.

Se limpió la baba con el dorso de la mano y preguntó - ¿Qué horas es?

- Las tres y media de la madrugada.

- ¿Y por qué estoy despierto a las tres y media de la madrugada?

- Porque tu Omega quiere comer duraznos con crema.

- ... ¿Y nos quedan duraznos?

- Nop.

Yibo miró esa radiante sonrisa de "Compláceme" y suspiró - Iré a comprar entonces.

- Gracias, Alfa - antes de que se levantara, Zhan tomó su mano y Yibo lo miró - Te amo.

Era demasiado tierno.

Sonrió y se agachó para darle un beso antes de vestirse con cualquier cosa abrigadora y salir en la motocicleta por un veinticuatro horas para buscar duraznos.

A partir del quinto mes, fue muy frecuente que su Zhan tuviera antojos de cualquier cosa a cualquier hora del día, y como se había dicho antes, no podía ni negarse ni quejarse. ¿Por qué? Porque básicamente su Omega lucía cada día más hermoso y deslumbrante mientras sus cachorros crecían en ese abultado vientre.

Los dos dieron la noticia a sus familiares ese mismo fin de semana en que Zhan decidió hacerlo, recibiendo las felicitaciones y lágrimas emocionadas de todos en una pequeña y agradable barbacoa en su jardín. Después de eso, las visitas constantes y los regalos, sobre todo de Lan Yue y papá An comenzaron a llover, Zhan sintió cada vez menos la necesidad de mantenerse en el nido, aunque había días que realmente no quería salir de ahí. No por miedo, sino, porque naturalmente a su Omega le gustaba ser perezoso, mimado y estar calentito en las sábanas, la ropa y el aroma de su Alfa.

Los días comenzaron a pasar en calma después de eso, volviendo a la normalidad. Yibo estaba feliz de que su Omega volviera a ser él mismo y por supuesto, por sentir y ver crecer a esos cachorros, así que, poco le importaba si tenía que salir de la cama a las tres de la mañana para cumplir un capricho, lo hacía gustoso al pensar en ellos y en su Omega. Además, no podía decir que ser despertado en medio de la noche fuera tan malo. 

Mi peculiar Omega.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora