Capítulo 1

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Aclaraciones: la portada no me pertenece, es de la artista @fery_dds.

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Ni siquiera había tenido tiempo de descansar cuando unos golpes en la puerta pertubaron su sueño. Nami bostezó, recelosa de dejar la cama, pero abrió para encarar aquella desagradable cara con la que convivía -para su desgracia- diariamente.

-¿Qué quieres? -murmuró sin muchas ganas de hablar.

-¿Aún no te has largado? -preguntó su tío con tono autoritario- El alquiler no se paga solo, creía que ya se te había metido en esa cabeza hueca que tienes.

La chica casi le cierra la puerta en su cara, pero para evitar mayores problemas derivados de su impulso, solo se dedicó a fingir una amplia sonrisa.

-Estaba buscando la ropa adecuada, ahora me voy tío Arlong.

-Bien, espero que vuelvas con algo jugoso -le respondió el hombre, dándose la vuelta y regresando al pasillo.

Nami ahora sí que pudo cerrar la puerta, y lo hizo con algo más de fuerza de la que deseaba. No siempre podía controlar sus emociones, en este caso volvía a estar enfadada de nuevo. Aquel hombre era horrible con ella, y siempre lo había sido.

Años atrás vivía feliz con su hermana mayor de nombre Nojiko, junto a su madre adoptiva Bell-mère. Apenas tenía seis años cuando Nojiko descolgó aquel teléfono y la vio temblar. En el camino a la comisaría reinó el silencio, pero Nami era lo suficientemente inteligente para saber qué estaba pasando.

Bell-mére era policía y ese día estaba de servicio, atendiendo un atraco al banco del barrio. Tuvo mala suerte de que el ladrón estuviera armado, ella decidió interponerse entre la bala y una anciana. Llamaron a la ambulancia, pero poco pudieron hacer. Nunca olvidaría el día en que tuvo que acudir a su funeral. Desde entonces su vida solo había sido una sucesión de desgracias, una detrás de la otra.

Ambas niñas eran menores, con su madre fallecida debían volver al orfanato. Pero de pronto apareció un hermano de ella, reclamando la custodia y entonces los servicios sociales entregaron a ambas crías para lavarse las manos. Su madre jamás había nombrado a Arlong y tras el primer año con él descubrieron el porqué deseaba mantenerlas alejadas.

Ese hombre era de la peor calaña, metido en el tráfico de drogas de los peores barrios. Tenía comprada a la policía que vigilaba los distritos cercanos, prácticamente era intocable, ninguna persona se atrevía a plantarle cara. Por lo que nadie reclamó que dos niñas no estuvieran escolarizadas o peor aún, que las tuviera trabajando a tan pronta edad.

Nojiko, que era más mayor y espabilada, había accedido a ser la camarera del bar de mala muerte que frecuentaba su tío junto a sus amigos de la banda. Nami, sin embargo, era más torpe, pero más inteligente y astuta. Cuando Arlong les había pedido un alquiler al mes para tenerlas en casa, ella había aprendido a robar hábilmente.

No siempre se salía con la suya, se había llevado alguna que otra paliza, regresando a las tantas al bar de Nojiko, y ésta la había reprendido mientras curaba sus heridas. Pero ya no tenía remedio, era buena robando y así se ganaba la vida.

Ahora esos días quedaban algo lejanos, ella tenía diecisiete años pero seguía en la misma situación. El mes pasado había tenido que cubrir el alquiler de Nojiko porque estuvo enferma una semana y Arlong no les perdonaba ni una. Ahora apenas tenía dos días para conseguir el suyo, y esa noche pensaba dar un pequeño golpe.

Debía moverse astutamente por los locales de la ciudad de Dressrosa, pues no quería llamar la atención en exceso. Muchos robos en la misma zona eran sospechosos. Así que hoy marcharía a una zona algo más lejos, otro día más de colarse en el metro, pues Nami era tacaña hasta la médula.

Insomnia (AU LawNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora