Capítulo 30

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Aclaraciones: la portada no me pertenece, es de la artista @fery_dds.

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Esas últimas cuarenta y ocho horas habían sido las más tortuosas que recordaba desde niña, cuando Arlong le daba palizas por no traer el dinero acordado. Pero ahora con su vida en juego, todo era peor.

Abrió los ojos en cuanto sintió aquella punzada de dolor en la sien, todo estaba casi a oscuras salvo por una pequeña bombilla que parpadeaba en lo alto de la maloliente habitación. El agua goteaba en algún lugar y hacía eco en toda la estancia, por lo demás reinaba el silencio.

Nami se forzó a acostumbrar sus ojos a esa oscuridad, analizando cada esquina y cada mueble desvencijado, buscando una posible escapatoria. Se encontraba recostada contra una fría pared de ladrillos, con las manos esposadas a una tubería medio oxidada. Intentó tirar sin hacer demasiado ruido, sin éxito.

La pelinaranja bufó, le dolían las muñecas. Ojalá tener una de sus horquillas a mano, sería tan fácil soltarse, lo complicado es salir ya con vida de aquel lugar. Escupió al suelo una mezcla de saliva y sangre, sentía los pómulos hinchados y heridos.

Cada fibra muscular gritaba por un merecido descanso, llena de magulladuras, moretones y cortes. Había una herida especialmente fea en su pierna, ahora con sangre seca, que le escocía demasiado.

Sus captores la habían retenido allí abajo la noche anterior. Jamás podría olvidar cuando acudió a la reunión con Doflamingo, quién había aparecido bajando de un lujoso coche, más caro que todo el dinero que habría soñado con robar en toda su vida.

Ese hombre, tras unas coloridas gafas de sol, la observaba con desdén por encima del hombro. Preguntó por Law y Nami admitió que se habían separado. No conforme con el trato, aquel tipo la había abofeteado y ella no pudo responder, no pudo huir, pues estaba rodeada en apenas un parpadeo de sus matones y no había escapatoria posible.

Y entonces fue cuando descubrió todo, tirada en el suelo y con la mejilla herida, el líder de la familia Donquixote se agachó hasta su altura y la tomó del mentón con demasiada parsimonia.

-Contaba con la astucia de Law, pero tú, tú eres demasiado ingenua, niña.

Aquel tipo se volvió a levantar de nuevo y sacó algo de su lujoso traje rosa, se lo lanzó al suelo. Nami dudó al ver la pantalla encendida pero decidió pulsar el botón de reproducir.

-Nami, ¡no vengas!

Su sangre se había congelado. Era la misma voz que aquella vez por el teléfono. Todo era un montaje, Doflamingo no tenía a Nojiko y ella había caído como una idiota tras ese audio falso generado por ordenador. Nami golpeó aquel aparato contra el suelo, destrozando la pantalla y provocando una profunda carcajada del hombre.

-Llevaosla a la mansión, al menos servirá para atraer al otro -había ordenado Doflamingo a sus guardaespaldas.

Y después de unas largas horas de tortura, donde le habían amenazado con todo tipo de cosas, se habían dado por vencidos y dejaron a Nami encadenada hasta que considerasen necesario seguir. Estaba acostumbrada a aguantar golpes, además podía asegurar que tenía alguna costilla rota pero decidió no hablar, no debía dar más información de lo necesario.

El trato había quedado inútil ahora, solo podía esperar a que se cansasen de ella y acabase con una bala en la frente. Al menos Nojiko estaba lejos de aquel espantoso lugar, eso terminaba de darle fuerzas. La incógnita era, ¿donde estaba Law? ¿Habría huido de la ciudad para salvar su pellejo? Es posible.

La puerta de arriba se abrió de golpe, sobresaltado a Nami, que dirigió su vista a aquel bulto oscuro que comenzó a caer por las escaleras hasta el sótano. Hubo un quejido al llegar al final del camino y toparse con el suelo. Aunque con la escasa luz apenas podía distinguir nada, esos ojos oscuros eran inconfundibles...

Insomnia (AU LawNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora