Capítulo 5

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Aclaraciones: la portada no me pertenece, es de la artista @fery_dds.

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Nami supo, en cuanto pisó por primera vez aquel apartamento, la diferencia de clases que había entre ambos. Asombrada por lo lujoso que se veía todo, no pudo esconder su sorpresa al conocer que aquel hombre vivía ahí él solo, pues no parecía mucho más mayor que ella, probablemente no llegaba a la veintena.

Ató cabos con lo que había presenciado horas antes, era un tipo peligroso y estaba metido en cosas de igual calibre. Y ella había sido tan ingenua de aceptar entrar en la boca del lobo voluntariamente. Menos mal que no pensaba volver a verlo después de aquella noche.

Pero en ningún momento la trató de malas formas, de hecho para su sorpresa fue bastante educado y distante, aunque de vez en cuando asomaba entre sus labios alguna que otra sonrisa socarrona por la torpeza de la chica.

Le permitió tomarse un baño, porque ambos habían encharcado el suelo nada más entrar. Él esperaría fuera. Incluso tuvo la amabilidad de dejar ropa seca y limpia de mujer en el baño para que pudiera cambiarse.

Nami la examinó después de salir de la ducha, era de su talla, estaba perfectamente doblada y planchada, olía a suavizante ¿Sería de su novia? ¿Hermana? No, no parecía vivir con nadie más. Además, a ella tampoco debía importarle ese asunto.

Se vistió, con cuidado de no rozar las raspaduras de sus rodillas, y salió del baño, buscando con la mirada al hombre. La luz estaba dada pero la estancia se iluminaba más por los relámpagos de la tormenta que aún seguía cayendo.

Él se había quedado esperando en lo que intuía era la cocina, pues únicamente se separaba del salón por un muro bajo donde había una larga encimera de mármol negro y varios taburetes para sentarse y comer. Nami no entendía muy bien la arquitectura moderna, aunque el color oscuro del parquet casaba muy bien con la pintura grisácea de las paredes, le daba un tono sobrio pero elegante al piso.

No había mucha decoración, más que algún que otro cuadro, que probablemente ya viniera con la casa. Aunque había algo enmarcado en el salón que llamó su atención. Se acercó. Era una rana perfectamente diseccionada. Tenía el estómago abierto y las vísceras fuera, separado todo con finas agujas y escrito debajo el nombre de cada órgano con una letra casi perfecta.

Nami levantó las cejas, ese tipo era muy raro y daba miedo. Un carraspeo a su espalda la sacó de sus pensamientos, asustándola momentáneamente. El cirujano la miraba fijamente, en sus ojos grises podía leer entre líneas el "no curiosees demasiado". Arrugó la nariz pero fue hacia él.

El hombre se había molestado en preparar algo de comida para ella, aunque sólo fuera recalentada. No mostraba poseer muchas habilidades en la cocina, la vitrocerámica a su espalda parecía prácticamente nueva.

No puso muchas pegas cuando le entregó aquel bol de sopa y fideos humeantes. Recordó que no había cenado, el hambre hizo mella en ella. Un sonoro rugido de lo más hondo de su estómago se escuchó demasiado alto para su gusto. Se sonrojó levemente, evitó el contacto visual.

–Se va a enfriar si sigues mirándolo así –le sugiere él, divertido.

Pero Nami aún no había agarrado los palillos que le había ofrecido también para poder comer.

–No está envenenado, tranquila –dijo, señalando el bol que acaba de comer él y estaba en la basura.

Ella torció el labio, no debía haber insinuado que no se fiaba de él. Porque aunque obviamente no lo hacía, si quería seguir con vida más le valía parecer amable. O eso pensaba ella.

Insomnia (AU LawNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora