Capítulo 16

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Aclaraciones: la portada no me pertenece, es de la artista @fery_dds.

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Nami estaba histérica perdida. Law había perdido la consciencia frente a sus ojos, ahora no sabía qué hacer, no despertaba por más que lo agitaba. Supuso que lo más adecuado era limpiar y cerrar esa herida para evitar que acabase muriendo desangrado.

Se fue corriendo al baño y tomó una toalla y la empapó con agua fría para ponérselo en la frente y regular la fiebre. Después abrió la mochila negra, sacando el botiquín de primeros auxilios que él mismo había pedido llevar. Ni se imaginaba cómo agradecía haber tenido esa genial idea.

–Vamos... –murmuró, rebuscando gasas limpias.

Las había untado en desinfectante, tal y como habían hecho él para limpiar sus heridas, y se dispuso a dejar la zona de la herida limpia. Se calmó un poco al ver su pecho subir y bajar lentamente, si seguía respirando era algo bueno.

Tras dejar la zona despejada, la incisión en la piel era más visible, varios centímetros. Tomó aguja e hilo y comenzó a unir la carne como buenamente pudo. Y mientras lo hacía, Nami no perdió de vista ningún detalle de su piel. No era la única cicatriz que tenía. Junto a los tatuajes había numerosas de ellas, unas más grandes que otras, unas de bala, otras heridas de arma blanca... ¿qué cosas había sufrido a tan temprana edad?

Tras hacer un pequeño nudo y asegurarse de que no iba a abrirse más tarde, volvió a guardar las cosas en la mochila y se sentó un rato a su lado en la cama, esperando que milagrosamente despertará, pero no pasó nada. Seguía inconsciente, tranquilo.

Apartó el cabello de su frente para colocar mejor la toalla húmeda, y se sorprendió repasando con la mirada de nuevo aquel torso desnudo. No era fanática de los tatuajes, pero debía reconocer que aquellas líneas negras –de las que desconocía el significado– quedaban extremadamente bien sobre sus pectorales marcados.

No se conocían desde hacía mucho tiempo, pero después de todo ese lapso, era la primera vez que lo veía tan tranquilo. Sin ceño fruncido, sin esa estúpida sonrisa arrogante... podría afirmar que sin todo eso, aquel hombre se le hacía ciertamente atractivo.

–¿Pero qué estoy haciendo? –se reprochó en voz alta al darse cuenta de la línea de sus pensamientos.

Y es que había enterrado sus dedos en las hebras oscuras del cirujano, peinando lentamente su cabello una y otra vez. Parecía incluso que su rostro se hubiera relajado un poquito más dentro de su inconsciencia.

Los colores se subieron rápidamente al rostro, se apartó del hombre como si quemara. Luego decidió tapar al fin la herida con un tosco vendaje y lo acomodó mejor sobre la cama, descalzando y cubriéndolo con las sábanas.

Se quedó un rato observando su sueño, pensando. ¿Sería correcto marcharse de allí, tomar el dinero y su vehículo y abandonarlo a su suerte? No quiso cargar con su conciencia. No estaba bien, él necesitaba ayuda.

–No puedo dejarlo así...–murmuró, regresando a peinar sus cabellos.

Law podría ser un psicópata, sádico, demente, pero la había ayudado ya varias veces, y aunque le costase reconocerlo, le debía la vida y un gran favor. Pese a la situación en la que estaban por huir de la policía, se sentía libre por primera vez en años. Ya no tendría que volver a ninguna casa y escuchar todos tipo de gritos e insultos, aguantar golpes, llorar cada día por su mísera vida.

Esbozó una pequeña sonrisa, al menos no estaba sola en toda esa aventura. Se sentía abrumada por todo lo que debía hacer, pero decidió que era el momento de descansar un poco. Se agachó sobre el rostro dormido de Law y le dejó un pequeño beso en la frente como agradecimiento. Luego se marchó rumbo al exterior del hotel, buscando la lavandería, pues si pensaba darse una ducha prefería ropa limpia.

Insomnia (AU LawNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora