Capítulo 13

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Aclaraciones: la portada no me pertenece, es de la artista @fery_dds.

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Nami se había levantado de aquel frío suelo, sacudiendo la suciedad de su ropa. Echó un vistazo rápidamente a su piel, llena de golpes y moratones. Evitaría rozarse con las cosas para no invocar de nuevo al dolor.

Aún estaba encerrada en aquella celda solitaria. No había ningún ruido en la estancia, más que el parpadeo irregular de las luces que colgaban en el pasillo. Después de tantos días por fin había tenido un momento breve de descanso.

Le dolía la cabeza, el cuello, la espalda y las piernas, obviando los golpes que había estado soportando durante toda la semana. Tras levantarse, estiró cada parte de su cuerpo agarrotado y notó que su columna crujía en respuesta.

Ah, mucho mejor.

Odiaba estar allí encerrada. Odiaba estar privada de su libertad. Más de una vez meditó si forzar la cerradura sería lo adecuado, pues a simple vista no parecía difícil, pero eso sólo daría más problemas, no quería empeorar su situación. Ella podría escapar pero su hermana no sabría nada, no tenía manera de contactar con ella. Le habían quitado todas sus pertenencias.

Pero Nami no pasó mucho tiempo sumida en sus pensamientos pues unos pasos interrumpieron el silencio que llenaba el cuarto de arrestos. Dos pares de botas repicando contra el suelo.

–Aquí estás –dijo el hombre recién llegado.

La pelinaranja observó con odio a aquel idiota. Nezumi, era el policía que había comprado Arlong. Llevaba años lamiéndole las botas por dinero, años amenazando a Nami y Nojiko una y otra vez.

–¿Qué quieres? –murmuró la chica, apartándose de la puerta de la celda.

–Acabo de hablar con tu hermana, no sé si te habrás enterado... –dijo con una sonrisa ladina– El juez ha iniciado un juicio con más pruebas contra tí.

Nami bufó en alto, no soportaba a esa asquerosa rata corrupta.

–¿Y eso qué quiere decir?

–Que me vas a hacer mucha compañía aquí, Nami –el policía río y su risa hizo eco por todo el cuarto.

–En cuanto salga... –murmuró, apretando la mandíbula.

–¿Estás resistiéndote a la autoridad? –rió con más fuerza y se giró al otro policía que estaba a su espalda– Registrala, que ya nos conocemos.

Aquel tipo parecía casi un guardaespaldas de lo musculado que estaba. Abrió la celda con la llave que le había entregado el capitán y entró con paso tranquilo. Nami se pegó a la otra punta de la celda pero no tuvo mucho donde escapar.

–No podrás ir muy lejos, no esta vez.

Ese hombre la agarró en un abrir y cerrar de ojos y la puso contra el suelo, cacheándola completamente. La mujer se quedó estática, pues había pasado fugazmente sus manos bajo la ropa, luego se intentó remover para apartarlo pero era demasiado fuerte, la golpeó varias veces contra el suelo hasta que Nami se asintió sin casi fuerzas.

Tras aquel incidente y un posterior rápido registro, donde había revisado hasta sus zapatos, salió de la celda y entregó dos ganzúas y una horquilla al otro policía.

–Me temo que no vas a salir pronto, Nami –dijo Nezumi– No en mucho tiempo...

Los policías se retiraron, dejando a la mujer malherida en el suelo. Nami se intentó incorporar como pudo, escupiendo algo de sangre en el suelo. Su rostro se había hinchado debido a los golpes, tenía la mejilla roja y con una herida ahora de la que brotaba aquel líquido rojo que conocía tanto.

Insomnia (AU LawNa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora