capítulo 2: Lindo conejito

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A diferencia de él, su hermano Beomgyu carecía la habilidad de transformarse, en su lugar había desarrollado un excelente sentido de la audición, lo que era una gran ventaja en el mundo de la mecánica, cualquier  cosa que se moviera de forma irregular produciría un sonido en particular y si tienes las capacidad de discriminar entre el sonido normal y uno alterado  podrías rápidamente saber en dónde y en que estaba la falla y Beomgyu tenía esa habilidad.
Pasaba el rato y nadie llegaba al taller, la idea de recorrer las calles para ir a  pinchar llantas pasó por su cabeza, algo que hacía desde hace un año para aumentar la clientela, sin que su hermano mayor lo supiera. Su moral no le permitía hacerlo dos veces al mismo carro.
Siendo el único taller por la zona, la gente acudía fácilmente a ellos, claro que después de hacerlo se sentía lo suficientemente culpable para jamás estafarlos con otra cosa.

Salió del taller rumbo a la calle, era un barrio peligroso, no por nada su hermano le había dejado un arma, los grafitis eran parte del paisaje y a unos cuantos metros se podía ver el  tren pasar sobre un puente y debajo de este una avenida desolada, parecía  que algún el lugar se esforzaba por verse marginal, con la basura acumulandose en los rincones y con sus habitantes que siempre parecían estar de muy mal humor, distaba mucho de ser acogedor.

Había caminado unos ocho minutos cuando vio a su posible víctima, un Audi mal aparcado sobre la acera de un terreno baldío, un auto como ese en aquel lugar solo podría significar una cosa, la mafia.
Debía de ser cuidadoso si no quería aparecer en la portada de los diarios. Sacó un punzón y justo antes de cometer el acto escuchó un grito.
—¡Oye! ¡tu!
Se escondió detrás del auto y por un momento sintió que se le paraba el corazón, pero no era a él al que le hablaban si no a un chico que estaba cruzando la calle.
—Danos todo tu dinero y tu celular si no quieres morir.
El chico que vestía un uniforme de escuela privada, estaba siendo rodeado por tres matones con navajas en la mano, Beomgyu se maldijo por dentro por lo que estaba a punto de hacer, cargó el arma con dos balas, y dio el primer disparo al aire.
—El próximo va ser en la cabeza de alguno de ustedes.
Todos corrieron en diferentes direcciones, incluso aquel chico rubio, pero tropezó antes de dar siquiera tres pasos. El pelinegro se rasco la cabeza,ese joven claramente no pertenecía a aquel sitio.
—¿Te encuentras bien?— Se acercó para tenderle una mano.
—ahh mis rodillas, te daré mi dinero pero no me mates…— Su pantalón se había desgarrado y se podía ver una laceración sangrante en ellas.
—Oye, ¿qué te pasa? Yo no soy un ladrón, simplemente disparé para espantarlos.
—Oh… Gracias, soy Huening Kai…—Dijo, tomando su mano, apretando su mano un poco para pararse y otro poco para presentarse.
—Choi Beomgyu
—Señor Choi, ¿sabe usted conducir? — Le entrego unas llaves mientras sobaba sus piernas.
Al ver las llaves, Beomgyu comenzó a reír, el chico de cabellos rubios no comprendía el porqué.
—¿Aquel es tu auto?— Señaló el Audi.
—Si…  bueno en realidad es de mi padre yo se lo quite sin su permiso.— Dijo en un tono más bajo. El otro chico le abrió la puerta para que se sentara al lado del acompañante mientras él se sentaba en el del conductor.
—Oye primero iremos a mi taller para curarte las rodillas, avísale a tu padre para no preocuparlo más.
—No, estoy enojado con él.— Dijo cruzándose de brazos.
—Como quieras.
Al llegar al taller, vieron un auto estacionado en este, Beomgyu reconoció rápidamente el modelo, era el de un amigo de su hermano. Se bajó del vehículo para acercarse, había ropa en el asiento del conductor y la puerta estaba sin seguro, su acompañante salió a ver qué sucedía y mientras Beomgyu se puso a revisar los documentos del vehículo, Huening vio algo que llamó más su atención.
—Un conejo,— tomó al pequeño animal que se escodia debajo del tablero entre sus manos, era de un color negro intenso y muy suave al tacto— Es tan lindo— Dijo mientras fregaba su rostro contra este.—¿Quién podría ser tan irresponsable para dejar a su mascota dentro de un auto sin agua ni comida?.
—Eso no…—Quería explicárselo en ese momento pero ese día ya había sido bastante malo para aquel chico.—Voy por unos apósitos para tus rodillas.
—¿Puedes traer agua? y si tienes zanahorias.
—Mucha zanahoria puede hacerle mal a los conejos, es mejor darle lechuga o hinojo. Cuida que no se te escape.— Dijo entre risas.
El joven se veía muy feliz a diferencia de lo asustado que estaba hace tan solo unos minutos. Cuando regresó este aún tenía al pequeño conejo entre sus piernas mientras no dejaba de acariciarlo, estaba sentado con las pierna hacia fuera del vehículo.
—Toma.— Le dio una hoja de lechuga y este se la ofreció al conejo el cual la comió dubitativo. Beomgyu aprovechó la distracción del menor para colocarle el antiséptico a las rodillas el cual gritó al sentir el ardor, y luego colocar el apósito en su lugar.—Listo. ¿Quieres que te lleve a tu casa?.
—No, está bien, ya casi no me duele, gracias.—Bajo su mirada al animal que tenía sobre sus piernas—¿Crees que el dueño vendrá por él?
—Le preguntaré si puede dejarlo aquí, para que vengas a jugar con él.
—¿En serio? ¡gracias! te dare mi numero celular 11########, llámame.
El pelinegro sacó su celular y anotó el número.
—Vete antes de que oscurezca,— dijo tocando su hombro.— Creéme, puede ponerse peor en las noches.
El chico de cabellos dorados tomó el auto y se marchó, cuando ya las luces de este no se divisaban, el conejo habló.
—¿Por qué dejaste que me tratara como si fuera un peluche?
—Soobin hyung si no te gustaba podías haber hablado, además ese chico tuvo un día pésimo. Discutió con su padre, se perdió, lo intentaron asaltar y queriendo huir se lastimó las rodillas, por la cara de felicidad que tenía probablemente eres lo único bueno que le pasó hoy. ¿Y porque estabas en tu forma natural para empezar?
—Escuché un disparo, y luego vi a ese carro acercarse. Creí que era la mafia, haci que trate de esconderme para que no me vieran.
—Si.. yo también creí que ese carro era de la mafia.
El mayor comenzó a destransformarse y se volvió a vestir.
—Y¿Cómo estaba la lechuga?—El menor comenzó a reír de manera escandalosa, y el otro lo golpeó fuertemente en el hombro.
—Me las vas a pagar. Le diré a tu hermano que te reduzca el sueldo.
—¿Y qué piensas hacer?— Hablo en un tono serio.
—Dile que el dueño, va a dejar que juegue con él por las tardes, pero a cambio el arreglo del impala quiero que sea gratis.
—Hecho.— Le dio la mano en señal de trato

Wild city (TXT Y BTS, Solo Bl) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora