Tobio Kageyama se había convertido en mi mejor amigo desde que llegamos juntos a la Preparatoria Karasuno. Ambos con diferentes personalidades, que aveces chocaban, pero su fuerte carácter era un pilar más para el mío.
-¡¿Como es posible que no puedas recibir bien?!
Sé altero como por quinta vez.
-¡¿Como es posible que seas tan insensible?!
-Chicos..
Hinata nos miró asustado.
-¡Por Dios ____! No eres capaz de mantener la pelota en el aire y así quieres entrar a un equipo.
-Oigan..
-Claro, yo soy la que no sabe.- me apunté -¡Tú ni siquiera piensas en alguien más!. Tuve que rogar que me ayudaras ¿Y para que? Si lo único que he recibido de tu parte han sido gritos.
-Como no gritar si haces todo mal.
-Chicos podrían..
Apreté mi puño con fuerza, sintiendo como me hervía la sangre por su desagradable actitud.
-Eres un idiota. - me acerque para empujarlo y el hizo lo mismo.
-Al menos sirvo para algo.
Aguante mis ganas de golpearlo pero no pude retenerlas luego de haberlo oido.
Mi puño se encajo en su pomulo derecho. Logre hacerlo antes de que nos separaran.
-¡Basta!- reclamo el capitán del equipo.
Como pude hice que Asahi me soltara. Y volví a mirar a Tobio para decirle.
-Tienes razón. Quizás yo no sirva para esto pero tu tampoco sirves para enseñar. Nada nunca será perfecto Tobio. Ni tu, ni yo así que deja de ser un adicto a ello.
En ese instante todo pareció nublarse. Ya no podía más con las lagrimas. Ya no me importaba ser torpe. Me importaba lo que dijo y con toda la fuerte que tenía retuve las lágrimas hasta llegar a casa, en dónde me hice bolita en la cama para dejarlas libres.
Ya no podía más.
Pasaron varios días sin acercarme a Kageyama, en los que me quedé en mi salón para evitar verlo y saber de él.
Pase días recordando todo lo dicho ese día y incluso llegué a pensar en que yo también fui dura.
Me hizo sentir culpable.
Con el ceño fruncido di pisadas fuertes después de haber ido a comprar. Mi madre había dicho que comprara ciertas cosas, que olvidé apenas entre a la tienda y tuve que devolverme para que me las repitiera pero aún así olvide los huevos. Mi enojo se había vuelto a acumular por las largas filas que tuve que realizar, sin embargo, estando por llegar otro sentimiento lo remplazo. ¿Como podía dejar de pensar en él?
Su reacción ese día fue la peor de todas y la más directa y sincera. Tras todo eso aún quería hablar con él.Y sin darme cuenta mis piernas dieron el primer paso en su dirección.
-Hola..
No respondió.
-Ring, ring- Imite el sonido de un celular al llevar mi mano a mi oído con el meñique y el pulgar estirados.
Era algo que frecuentaba hacer en este tipo de situaciones.
-No estoy de humor _____.
-Ring, ring!
-Agh..
Imitó la posición de mis dedos, con los suyos, llevando su mano a su oído -Si?-Lamento que tu manera de entrenar no me haya funcionado y también lo siento por las cosas que te dije e hice.
Me senté junto al columpio que estaba al lado suyo.
-¿Que cosas? Específica.
-Llamarte idiota, insensible, adicto a lo perfecto.. y por haberte empujado y golpeado.
-Aveces es mejor quedarse callado a que perder el orgullo por una disculpa- respondió antes de sonreír de lado.
-Debe haber sido muy sabia la persona que te dijo eso.. -murmure mirándome los pies.
-Si, se llama _____ Hihara y es una de las pocas chicas de las cuales no me arrepiento haber conocido- admitió.
-Pero puede que esté equivocada. Aveces.. hay que perder el orgullo.
–No era muy sabia esa persona que me lo dijo entonces.
Bufé, conteniendo una sonrisa.
Cerré los ojos cuando un silencio duradero se hizo presente.
-Perdón por haberte tratado de esa manera y por haberte gritado también.– dijo
Durante toda nuestra amistad, Tobio nunca se había disculpado por algo así y con esas simples palabras entendí que en realidad su disculpa era sincera ya que su mirada estaba perdida y usualmente cuando tomaba las cosas en serio no era capaz de observar, en este caso, no podía mirarme a los ojos, ni yo a él.
-¿Qué hay del orgullo..?
-No vale la pena protegerlo.
Resople antes de levantarme y me ubique detrás suyo para darle un suave empujón.
-Acabamos de perder el orgullo Tobio. -musite empujando un poco más.
-Lo sé.
Seguí empujando, mientras el movía sus piernas para poder hacer más impulso hacia delante y cuando llegó muy alto, me alejé para quedar frente suyo.
Ambos nos miramos.
-¿Como bajaré?
Me encogí de hombros, conteniendo la risa.
-¡_____! ¡Ayúdame!
-Eh.. ¡salta! Yo te atraparé.
A segundos de decirlo él saltó y alcance a abrazarlo antes de caer al suelo. Reí, mientras que el se quejó por la poca resistencia en mis piernas y según Tobio, esa fue la razón por la que caímos.
-Siento haberte tratado como te traté. No era mi intención haberte dicho esas cosas y aún no tengo claro porque explote de esa manera, solamente deseo que nuestra amistad siga.
Lo oí suspirar y gire mi rostro para observar el suyo.
-Debo admitir que yo tampoco puse de mi parte para aprender y.. además, por un lado yo te provoque al no hacerte caso en nada.
Ambos volvimos a suspirar.
-Eres a la única que soporto.
Con eso lo abracé de nuevo, un poco más fuerte que antes y dejando que mi cabeza reposará en su pecho.
-Viniendo de ti, eso es como un "te quiero"
-Te quiero _____.
Mis mejillas se calentaron, provocando un ligero color rojo que me hizo sentir un poco de vergüenza por el estado en el que estábamos.
-Yo también te quiero Tobio.