-¡Deja de correr maldita sea!-No podía ni tampoco quería. Si me detenía a hablar con él lo más probable es que cayera de golpe ante sus palabras tan conmovedoras que supuestamente diría.
Correr era más fácil que enfrentarlo cara a cara y seguía molesta.
En un corto de segundos los pasos detrás de mi se detuvieron, algo que yo debía hacer también por que respirar se me estaba dificultando.
-¡____, basta!- gritó Atsumu rotundamente.
Y por fin me detuve. Mantuve la distancia que era la de toda una cuadra. No me quejaba por tener que gritarle para responder.
-¡Déjame en paz!-
-¡Por favor, deja de comportarte como una niña pequeña huyendo de un extraño!-
-¡¿Y que si me siento como una niña pequeña huyendo de un extraño?! ¡Te vi Atsumu! -Tomé aire para poder seguir gritando -Te vi con esa chica en la fiesta..
Solté aunque dentro de mí faltaba mucho más que soltar, pero el ruido de mi corazón romperse me hizo callar.
Ninguno habló luego de eso. Nos miramos desde esa larga distancia que nos separaba unos segundos antes de dar un paso hacia atrás para irme.
-Ya ni siquiera te conozco -murmure mientras me alejaba
Luego de eso me apagué.
¿A ti no te parece triste que aveces por distintos temas o problemas dejemos de tener contacto con aquellas personas que significaron todo? Se siente extraño.
Mis ojos comenzaron a picar, dándome aviso de las lágrimas que querían salir y las cuales permiti salir una vez que me tumbe en la cama tras llegar a mi casa.
Hay heridas horribles que duelen demasiado pero existen peores, esas que no sanan ni con el mejor método de sanación, esas que si rozas vuelven a doler como el primer segundo en el que la recibiste.
Atsumu Miya se convirtió en mi herida.
No creí que así seria como moriría nuestro amor pero era de imaginarse. Atsumu apenas me miraba, apenas y me sonreía ¿Qué lo hizo hacer eso? Es como si le estorbara todo el mundo, incluyendome ya que apenas me hablaba y luego sucedió lo de aquella chica que me dejó más confundida.
Y a todo esto el ser manager de su equipo no me ayudaba en nada.
[...]
Hoy los chicos tenían entrenamiento y debía encargarme del orden tras la salida imprevista que tuvo el entrenador pero con ayuda del Capitán del equipo fue más fácil de lo que creí.
-____
-¿Mmm..?
-¿Estás bien?- preguntó Kita.
-Si.
-No lo parece. Has estado mirando la misma hoja del cronograma como por una hora completa.
-Oh.. no me había dado cuenta. He leído lo mismo muchas veces porque no me mete a la cabeza - sonreí con la intención de ocultar mi tristeza
-No estas bien ____.
-¿Por qué no lo estaría?
-Supe lo de Atsumu.
Con eso me levante y mi reacción no fue nada más que suspirar.
-No me gustaría hablar de eso.. ¿Podríamos dejarlo para otro día? Por favor.
Y con la misma rapidez que corrí ese día sus brazos me rodearon, sentí mis ojos humedecerse apenas sentí la calidez de su cuerpo. Desde lo ocurrido no había recibido ningún abrazo y este me desmoronó, provocandome un llanto silencioso que solamente Kita estaba presenciando.