Pura terracería

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En un camino árido, no hay más que oscuridad, los insectos confirmando su presencia con su ruido, y la ciudad central desprendiendo el fulgor de la luz que emite.

A excepción de una jóven que camina de cabello albino—. Ese sujeto tenía que vivir afuera de la ciudad por Dios. —expresó fatigada, volteó por unos segundos a la barricada.

Está pared fabricada con piezas metálicas tiene un escrito: “En memoria de quienes pelearon en la purga de zombis, que Dios los bendiga para que los demonios no rompan su escudo fabricado con sangre”, dice grabado con pintura blanca fluorescente.

—Me preguntó cuánto más podrá protegerlos eso de los zombis. —afirmó una voz masculina con un estruendoso eco—. ¿No es así? ¿Nanami? —cuestionó un joven de cabello dorado que emite un brillo blanco de su cuerpo y prendas que viste—. No pareces tan asustada como aquella vez en la prisión.

La ojos celestes, aunque asustada al verlo, no retrocede ni hace algún intento de escape—. Necesito, no, necesitamos ayuda de ustedes. —afirmó tomando una postura y expresión más seria, algo que desconcierta al rubio—. Por eso me aleje de Edgy, si queremos garantizar la supervivencia humana. —su intención era seguir hablando, pero la expresión decepcionada del joven le hizo callar.

El rubio ve a Nanami con despecho—. No nos causa gracia ver a la humanidad sufrir, aunque si es por su propia mano. —respondió Misael para soltar un suspiro profundo.

—¿Él y tú no planean hacer nada acaso? —preguntó desesperada—. ¿Respóndeme Misael? —preguntó tomándole de su camisa—. ¿No es por eso que estoy aquí abajo?

Misael antes de responder hace que Nanami le suelte—. Ah pesar de los buenos resultados que haz mostrado sigues siendo un experimento. —afirmó el sujeto toca la mejilla de Nanami—. Tu elegiste abandonar tu pasado por nuestra causa. —agregó con tranquilidad bajando su mano.

A la albina no le hace gracia tal respuesta—. ¿Por qué no interfieren ustedes y el resto entonces? —cuestiona abrumada retrocediendo unos pasos.

El rubio baja la cabeza—. Si todo este caos fuera cosa nuestra o de nuestros enemigos, pero es culpa de los mismos humanos. —afirmó dándole la espalda a Nanami—. Puedo ver y oír a través de ti, por mucho que quiera ayudar, es culpa de su propia mano, aquí no existen esos. —aclaró en un tono serio.

—Insinuas que el apocalipsis zombi y los caídos... —esbozó la albina nerviosa.

—Inclusó los portales, alguien está jugando con fuego, y está quemando a todos. —afirmó el pálido preocupado, entonces apretó su puño con fuerza—. Podría ir a perforarlo si me dijeran quién es, tal vez despertar a mi hermano y... —expresó enojado, pero entonces ve a las estrellas visibles en el cielo—. Pero si hiciéramos esas cosas, ¿la humanidad que aprendería entonces?

—El hecho de que ustedes no causaron los desastres no significa que no puedan ayudar. —afirmó Nanami mientras su cuerpo tiembla—. Es cierto que yo soy la ayuda, pero tal vez si ustedes.

El chico le ve de frente—. Regresa con él, veré qué logro averiguar de los Deadblood, es todo lo que puedo hacer. —afirmó dándole la espalda de nuevo.

A pesar de eso la albina quiere insistirle aún—. Escucha, al menos podrías-. —habló sonando temerosa a pesar de la actitud de Misael para con ella

—Nanami, si de verdad crees que no son capaces, ve directo a la Luna. —expresó Michael sonando cansado; mientras, empezó a caminar hacia la oscuridad—. Pero si crees lo contrario, pelea con ellos, hasta el final.

Alguien parece tocar la puerta—. ¿Mmmm? ¿de quién se trata. —se preguntó Rugal caminando a la entrada, entonces ve a Kevina y a Asrieru al otro lado—. Lo siento, no puedo dejarlos pasar. —advirtio fríamente sin rechistar.

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