Que la vida sonría

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El pelinegro regreso a la fortaleza central junto a sus soldados—¿Cuántos murieron en la explosión? —preguntó el pelinegro cabalgando con Asrieru detrás.

—[Cero].

—Me alegro que estén bien, creó que te llamaré en otra ocasión en todo caso. —expresó Edgy deteniéndose en una esquina—. Cuidate y-.

—Y si mejor lo hablamos ahora. —interrumpió un sujeto parado en la acera mientras se ajusta sus lentes, de cabello marrón y con traje que un profesor de universidad vestiría—. ¿Quién es tu novia? —preguntó burlón viendo a los dos a caballo.

—A mi también me da gusto verlo al fin profesor Unión. —contestó Edgy, con una actitud fría—. Últimamente solo nos comunicamos por llamada.

—No suelo viajar grandes distancias solo para charlar. —responde Union guardando su teléfono—. Bajen de allí que debo mostrarles algo. —expresó caminando a dentro de un callejón—. Siganme.

—Para ser un semidiós tiene una apariencia común. —comentó Asrieru mientras Edgy baja del caballo—. Con un sentido del humor pesado.

—Creeme, él es quien te puede ayudar a viajar a tu tierra. —responde Edgy mientras Asrieru baja del caballo—. O al menos el único que conozco. —agregó mientras siguen al profesor desde atrás.

Mientras caminan un sonido resuena con intensidad—. Oye amigo, ¿a dónde vamos? —pregunta Asrieru.

—Este camino lleva a un terreno que recién limpiamos. —respondió Edgy escuchando un sonido peculiar—. ¿Helicópteros?

Los dos apresuraron el paso para alcanzar a Unión, al salir del callejón ven a cinco helicópteros estacionados en un terreno vacío, con personal con el logo de la cabeza de conejo rojo en su ropa, bajando cajas de tamaños diferentes. Entonces los dos ven al profesor parado solo observando el movimiento de su gente, moviendo la cabeza mientras escucha música.

—Crei que la mudanza sería después. —comentó el pelinegro acercándose a Union—. No sabía que la construcción había terminado.

—Casi termina, pero no es sobre eso. —comento Unión retirandose uno de sus auriculares—. ¿Ves a esa mujer dirigiendo al resto? —preguntó.

El pelinegro ve a una mujer adulta de cabello plateado—. ¿Lanka? —preguntó tomando su lanza con sus manos.

—Na, ella es Seres, mi mano derecha... o mi pie izquierdo. —agregó pensante mientras ven a una caja que sobresale por ser de las más grandes—. O algo así, no lo pensé mucho.

—Guau, hablé con ella en un sueño.

—Si estoy al tanto de ese suceso. —agregó Unión de la nada—. Escucha, los dos sabemos que hiciste lo posible por su hija. —insinuó dando palmadas a Edgy con simpatía—. Espero recuerdes bien eso.

—Si, supongo que si. —comentó viendo a Seres—. Parece que ha pasado por mucho. —comenta el pelinegro—. En su mirada hay resentimiento.

—Sus ojos, iguales a los de María en su juventud. —comentó el profesor con nostalgia—. Yo estuve presente cuando nació.

—Me imagino, lo siento.

—Ella sufrio todo tipo de abusos, uno de ellas resultó en cinco hijas. —tales palabras hacen reaccionar a Edgy—. Si se lo que piensas “son unos malditos”. —contestó Unión en vez del pelinegro—. Pero descuida, ellos pagaron.

—Entiendo. —dijó Edgy mientras ve a Seres—. ¿Me pregunto cómo sería Seres si la vida le hubiera sonreído? —cuestionó mirándola—. «No, ella merece que la vida le sonría».

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