Diecinueve: Susto en las barracas

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Los chicos recorrieron un poco pero Piterzito les dijo que debía acabar así que estos decidieron irse, al ir hacia la puerta esta estaba cerrada por fuera y no se podía abrir

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Los chicos recorrieron un poco pero Piterzito les dijo que debía acabar así que estos decidieron irse, al ir hacia la puerta esta estaba cerrada por fuera y no se podía abrir. Ellos empezaron a alterarse, pues el guardia no tenía la llave del lugar. Mariana y Gloria intentaron ayudar abrir la puerta pero no se podía, estos empezaron a ponerse más nerviosos.

—Ya va, cálmense, ya cálmense—les dijo Gabriel—no perdamos el control, tranquilícense, ese seguro es Pancho que nos esta chalequiando, nos quiere chalequear.

—¿Y si es la mujer de Judas?—habló Micaela—.

Las chicas empezaron a regañarla y a gritarse entre sí.

—¡Ya va, cálmense, cálmense!—les gritó Gabriel—yo tengo entendido que por aquí debe haber, debería haber otra salida, tu debes saber—le dijo a Piterzito—.

—Si, no me acuerdo donde—dijo este—vayan por allá.

Todos empezaron a ir hacia donde los guió.

—¿Dónde es?—dijo Gloria desesperada—.

—No me acuerdo bien—contestó él—.

—Allá—hablaron Petunia y Mariana a la vez señalando la puerta—.

Estos corrieron hacia allá, pero antes de llegar esta se cerró de un portazo. Estos empezaron a alterarse de nuevo.

—Yo sabía que algo malo nos iba a pasar—dijo Rene—.

—Esa es la mujer de Judas que nos quiere asustar—dijo Micaela—.

Y no se equivocaba, en efecto era la mujer de Judas la que quería dejarlos encerrados ahí.

—Y si es Pancho como dice Gabriel—habló Mariana quién estaba igual de nerviosa que todos—.

—Bueno pues, vamos a llamar a Pancho a su casa entonces—le dijo Petunia—ya va el teléfono.

Todos sacaron sus celulares pero ninguno tenía señal.

—Yo vi un teléfono por allá, vamos a verlo—informó Gloria—.

Estos avanzaron y ahí estaba guindado en la pared, Petunia lo tomó y le marcó a Pancho.

—¿Aló, Pancho eres tú?

No Petunia, estás hablando con la abuela de Judas—dijo este con sarcasmo—claro que soy yo.

—Ay Pancho, deja el vacile mijito ¿tu eres el que nos está guisando? ¿Tú eres el que está allí afuera? Pues abre esa puerta ya chico, me tienes aquí...

—Ay dame acá—le quitó el teléfono Mariana—aló Pancho, soy Mariana, Pancho abre la puerta de una bendita vez.

Espérate ¿que puerta?

—¿Cómo que qué puerta? ¿Pancho tu no nos encerraste en las barracas?

¿Qué barracas? Si yo estoy en mi casa.

Love and death || La Mujer de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora