Veintitres: Lectura del testamento

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Las hermanas Leal y la Juaca llegaron a la mansión Del Toro, ahí estaba Berenice quien estaba arreglando las flores pero al verlas se emocionó

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Las hermanas Leal y la Juaca llegaron a la mansión Del Toro, ahí estaba Berenice quien estaba arreglando las flores pero al verlas se emocionó.

—Ay, que bueno que llegaron temprano—las abrazó a las hermanas—mis reinas.

—Hola abuela—la saludó Gloria—¿me escuchaste? Te llamé abuela, es tan fácil decírtelo.

—Bellas, más que bellas mis amores—dijo ella—y tu también puedes llamarme abuela mi niña, me encantaría eso—dijo hacia Mariana, la chica rió algo nerviosa—.

—Está bien... abuela—Berenice aplaudió emocionada y la abrazó—.

—Vengan acá—las hizo caminar—¿les gustaron las flores?

—Si, están bellas—dijo Gloria—.

—Miren mis amores, esta era la casa donde yo ofrecía grandes fiestas, verdaderos banquetes.

—Abuela, ¿en esta casa no hay una foto de mi papá?—le preguntó Gloria—.

—Claro mi amor, no faltaba más, tiene que haber una foto de mi hijo—dijo ella—era tan guapo, tan guapo, por eso tu eres tan bella—ella rió—.

—Ya hasta a mi me dio curiosidad conocerlo—habló Mariana divertida, ellas rieron—.

Mariana miró todo alrededor y se abrazó a sí misma.

—No sé pero esta casa me da como escalofríos.

—Si, a mi igual, no me gusta lo que se siente en ella abuela—dijo Gloria—aquí hay un aire frío.

—Este era nuestro hogar pero ahora es la casa de todo el mundo—dijo Berenice—ellos me la quitaron.

—¿Qué pasa, chamitas?—preguntó la Juaca al ver incómodas a sus hijas—.

—No sé mamá, es una sensación extraña, es como si... como si algo malo fuera a pasar... y hoy—habló Mariana—.

(......)

Ya todos estaban reunidos en el green house para la lectura del documento, Gloria y Mariana estaban de pie con la Juaca y Altagracia.

—Señores, primero que nada les agradezco su presencia aquí—habló Salomón—se les citó porque Buenaventura va hacer lectura de lo que fue la última voluntad de don Juan Vicente Del Toro.

—Y que te la tenías muy bien guardada por cierto—habló Ludovico—.

Ambas hermanas Leal dejaron de escuchar al presidente de las bodegas cuando frente a ellas en la parte de afuera pudieron ver al padre Sebastián quién les hacía señas para que fueran.

—¿Gloria, Mariana, qué pasa?—les preguntó Altagracia cuando las vio así—¿Qué están viendo?

—Que chamitas, ¿otra vez?—preguntó la Juaca—.

Love and death || La Mujer de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora