El reencuentro de siete antiguas amigas coincide con la aparición de un misterioso ser que, disfrazado de novia, se dedicará a matar cruelmente a todo aquel que se interponga en su camino. Mediante sus poderes, Gloria y Mariana, a quien se les apare...
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—¿Qué fue lo que dijiste?—preguntó Mariana—.
—¿Nosotras hijas de Altagracia?—habló Gloria—.
—No vale, pero de dónde sacaste tu esa fritura—dijo Mariana—.
—Gloria, Mariana, esto no es un invento mío—dijo él—precisamente esperaba que ustedes me lo explicaran.
—Pero si nosotras no sabemos nada, te lo juro—dijo Gloria—nosotras... no...
—Salomón nosotras no podemos ser hijas de Altagracia—habló Mariana—.
Salomón no dijo nada, Mariana negó y salió de ahí ignorando los llamados de su hermana y el presidente de la empresa.
La chica salió de la oficina topándose con los que estaban ahí afuera, Ludovico, La Juaca, Elizabeth, el abogado, Calixto, Buenaventura e Ismael.
—Chamita...—dijo la Juaca, esta tenía los ojos llorosos—.
—Dime que no es cierto—se acercó a ella—dime que lo que nos dijo Salomón Vaisman allá adentro no es verdad.
La Juaca se preocupó al verla así, todos sus miedos se vinieron.
—¿Qué fue lo que les dijo ese?
—Mamá...—dijo ella con la voz casi rota—dime que nosotras no somos hijas de Altagracia.
Elizabeth y Buenaventura cruzaron miradas.
Salomón y Gloria salieron, todos los miraron.
—Lo siento señora—dijo Salomón—pero Mariana y Gloria tendrán que dar declaración a la policía, y no se moleste en agregar nada más que ya todo quedó claro con las señoritas del Toro.
Gloria dio unos pasos más colocándose a lado de su hermana y mirando a su mamá.
—Salomón nos esta reclamando que somos hijas de Altagracia Del Toro—la Juaca miró a Salomón, Mariana la tomó del rostro levemente haciendo que las mirara a ellas—.
—Contéstanos mamá ¿eso es verdad?
—Ahora las implicadas se hacen las que no saben nada para que la gente se conduela de ellas—habló Ludovico—que vivas esas niñas.
—Por favor, ya—le pidió Buenaventura—Salomón, esta situación es nueva para las tres, por favor ten la gentileza de que ellas tres puedan hablar a solas, para hacerlo dignamente.
—Bueno está bien, que Calixto las interrogue en diferentes oficinas para que luego se vayan, Gloria puede estar en mi oficina y Mariana puede ir a la de Chichita—miró Salomón a Ismael, el asintió—.
—Yo la llevo—avisó el chico—.
Gloria con Calixto entraron a la oficina de Salomón, mientras que Mariana con Ismael se dirijeron a la oficina de Chichita.
