Veintiuno: Dos muertes más

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La noche llegó, después de la conversación de las Leal con las dos adultas, fueron con sus amigas a contarles todo

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La noche llegó, después de la conversación de las Leal con las dos adultas, fueron con sus amigas a contarles todo. Ahora las cuatro estaban por irse a dormir.

—Que día chama—habló Petunia—Chama son las doce, es tardísimo, mañana hay que arrancar a escribir las tesis.

Mariana cerró las ventana.

—Mañana tenemos que arreglar toda la información—dijo Gloria—.

—Que gracias a Dios es bastante—habló Mariana—por lo menos.

Las hermanas Leal empezaron a sentir algo en el pecho.

—¿Qué les pasa, no tienen sueño?—preguntó Petunia—.

—No sé, me dio una sensación en el pecho así como taquicardia—dijo Mariana—.

—Si, a mi igual—dijo Gloria confundida—.

—Ese es el amor amigas—ellas le sonrieron levemente pero en eso la luz de la lámpara empezó a parpadear—.

Ellas miraron confundidas y de un momento a otro las ventanas se abrieron de un solo, aquello las hizo gritar del susto.

Gloria y Mariana pudieron ver como el padre Sebastián estaba ahí afuera de la ventana.

—Prendan la luz—pidió Gloria, ellas miraron a Petunia—.

—Ya va, ya va—esta con miedo se acercó poco a poco a la luz y la encendió—.

—Era el padre Sebastián, él estaba ahí parado en la ventana mirándonos—dijo Mariana—.

—Ya va, pero ¿ustedes están seguras que era él?—preguntó Petunia con miedo—pero bueno que es lo que quiere, otra vez.

—Chamas y no será que se lo imaginaron—dijo Micaela—.

—No, era él—dijo Gloria—como la otra vez que estuvieron aquí en el cuarto, eran ellos.

Micaela abrazó a las dos por los hombros.

Ellas decidieron unir las camas para dormir las cuatro en el mismo sitio, Gloria y Mariana estaban en medio, mientras que Petunia y Micaela estaban una en cada esquina.

—Chama y vamos a pasar toda la noche con la luz prendida—dijo Micaela—.

—Claro que si—dijo Petunia—.

—No—se negó Gloria—.

—¿Qué tal si la apagamos para ver que pasa?—habló Mariana—.

—Dale Petu, apaga la luz—le pidió Micaela—.

—¿Yo?

—Si—dijeron ellas—.

—Ay, las odio—dijo esta golpeándolas con una almohada—.

Love and death || La Mujer de JudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora