El reencuentro de siete antiguas amigas coincide con la aparición de un misterioso ser que, disfrazado de novia, se dedicará a matar cruelmente a todo aquel que se interponga en su camino. Mediante sus poderes, Gloria y Mariana, a quien se les apare...
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Santia le preparó algo de comer a los chicos y ahí estaban comiendo y conversando.
—Yo la verdad no entiendo que pueden querer ese cura y esa mujer—dijo Gabriel—.
—Si es cierto, si lo va a decir que lo diga de una buena vez y ya—habló Rene—.
—Ay mijo pero es que los muertos lo que dejan son señales—dijo Santia—bueno así como lo de la radio o las flores, dejan cosas, dicen mensajes.
—Ajá entonces que deje algo que uno pueda entender—habló Mariana—.
—¿Y si es verdad que es mi tía Altagracia?—habló Gloria—Ay no, mejor que no me diga nada.
—No pero y si es su mamá—dijo Petunia y en eso el frasco que contenía la sal se cayó—.
—¿Y ese bote de sal se cayó solo, por que? —habló Gloria asustada—.
—Eso significa discordia, chama—habló Petunia—.
—Ay, esto es super pavosisimo—dijo Rene—.
—Señora Santia, que se haya caído ahí todo el salero y toda esa cosa ¿es algo así malo?—pregunto Mariana—.
—Claro que si mija, eso trae problemas, líos, discordias, de todo.
—¿Viste? Yo lo dije—habló Petunia—.
—Pero nosotras somos como hermanas y nunca jamás nos vamos a pelear—dijo Micaela, las cuatro se abrazaron de lado—.
—Bueno, si es así la cosa entonces les pido disculpas por lo que les dije que si su mamá era la mujer de Judas pues—dijo Petunia hacia las hermanas—yo no quiero pelear.
—Ay Petu—dijo Gloria abrazándola—.
—Cero rollo amiga, además mejor no pensar en eso, sería horrible ¿no?—dijo Mariana—.
—Bueno pero es que los problemas podrían ser en otro lado—dijo Gabriel—por ejemplo en las bodegas con la llegada de Altagracia.
(......)
Después de dar unas vueltas y hablar, las cuatro chicas decidieron ir a casa de Buenaventura para hablar con él y preguntarle algo, pero al llegar solo estaban Laura, Ernesto y Sagrario.
—Bueno muchachas ¿que las trae por aquí?—preguntó Ernesto—.
—Buscábamos al señor Buenaventura a ver si el nos puede dar la dirección de la casa de la morocha, queremos darle el pésame—dijo Petunia—.
