Capítulo 30. Pintura, exámenes y palabras.

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Por fin tenéis aquí la parte nueva. Siento haber tardado pero entre el bachillerato y la selectividad no he hecho nada más que estudiar este año. ESpero que este capitulo satisfaga todo el tiempo que llevaba sin subir. Gracias por seguir la novela y prometo que el siguiente capi estará muy pronto. ¡El final se acerca!

PD: habrá una segunda temporada cargadita de emociones :)


Hasta por las piernas. Hasta en los dedos de los pies tengo pintura. Estoy cambiando todos los muebles, pintando las paredes y arreglando la habitación. Como quería, tres azules y una blanca.

El otro día terminé de colocar toda la ropa en el armario, compré sábanas y toallas nuevas y por supuesto hice hueco en la cocina para meter todos mis cacharros de cocina. Además mi padre se ha portado bien conmigo, muy, pero que muy bien, porque me ha comprado un horno genial. En realidad sé que es una forma de compensarme por todo lo que me ha pasado, por como se ha comportado, por la cantidad de mujeres que se pasean por la casa todos los días, porque seamos serios, las cosas no han cambiado desde que estoy aquí. En las dos semanas y medio que llevo aquí ya han estado unas seis o siete chicas, no mucho más mayores que yo y a cada cual más boba. Por una parte me molesta, para qué mentir, pero lo compenso con lo que me río de ellas. Recuerdo a una especialmente, una tal Adele. Una pelirroja, con unas piernas de infarto pero con menos capacidad intelectual que un crío de dos años.

También estuve en casa de mi abuela, porque hacía tiempo que no la veía y ahora intento estar más atenta de ella porque la pobre mujer no gana para disgustos. Primero los cuernos de mi padre, después el divorcio, luego yo marchándome al internado y ahora nosotros dos sin hablarnos con mi madre. Sé que ha sido duro para ella que su familia, su único apoyo se desintegre, pero bueno, en el fondo ha sido duro para todos, por mucho que mis queridos padres no quieran reconocerlo.

Si digo la verdad tengo miedo por mi madre. Sí, miedo de que el imbécil ese se aproveche de todo esto, de que solo quiera una cocinera o una sirvienta... Miedo de que no la quiera de verdad y acabe mal. Al menos sé que no la quiere para quedarse con su dinero, porque el capullo está forrado. Mucho más que nosotros. Pero aún así desconfío de él porque, me ha demostrado que es manipulador y rastrero. Eso sí, por mucho que le odie, si mi madre le ha elegido, espero que se quede con ella y no le haga daño porque en el fondo es mi madre y no quiero que sufra porque sí, tengo corazón.

Ahora estoy en lo que me gusta llamar un "periodo de pruebas". Acostumbrándome a la nueva casa, a coger el metro para ir a clase, a vivir en una casa sin escaleras y a no tener mi maravillosa vista del Támesis mientras desayuno, pero tiene otras ventajas: estoy cerca del centro, más cerca de Maggs y, lo mejor de todo, tengo toda la libertad que quiera porque, aunque él me dijo que no me pasara de la raya, sé que puedo hacer lo que me dé la gana sin recibir ni un reproche. Ahora puedo salir y entrar cuando me dé la gana, invitar a todos a casa cuando me apetezca, pero sobretodo, puedo meter a Liam en mi cuarto sabiendo que nadie me va a decir nada.

Hablando de Liam, las cosas están algo tensas. Los exámenes finales y la presión de ser uno de los jugadores más fuertes del equipo están haciendo que se vuelva algo frio. Distante. Y para que yo diga que alguien es distante es que lo es de verdad, porque yo no soy la más indicada para criticar eso en nadie. Ahora que están a punto de ganar la liga, entrenan a todas horas y es el titular indiscutible de cada partido. Además él sí que quiere ir a la universidad y necesita calificaciones mucho más altas que las mías ya que, para entrar en la Academia de Cocina de Londres solo exigen A-Level en tres asignaturas y buenos informes del curso, pero para ir a Cambrige a estudiar física, todo es más difícil. Ahora casi no nos vemos pero lo entiendo. Cada uno tiene que perseguir su sueño y no voy a ser yo la que le haga perder la oportunidad de su vida. Intento ir a verle a todos los partidos para apoyarle, y aprovecho cada minuto que pasamos juntos para recordarle lo increíble e inteligente que es, y para enseñarle que le apoyo en todo lo que necesite, que me tiene ahí siempre, pero por otro lado no le atosigo quitándole tiempo de estudiar y sólo m siento con él en clase cuando me lo pide (por aquello de no molestarle en clase). Desde luego no son los mejores días de nuestra vida pero nos queremos y con eso nos vale. O al menos a mí.

En El Momento Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora