Capítulo 23. Papeles.

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Fatídico martes. Sí, es el mejor adjetivo que se me ocurre para el día de hoy. Después de 26 años de feliz matrimonio, mis padres han decidido que no se bastan el uno al otro y que necesitan vivir una vida diferente, con otras personas, fuera de la rutina. Dicho así suena hasta bonito, pero la palabra real es divorcio y de bonito, no tiene ni el nombre.

Me levanto pasándome los párpados más de lo normal, mucho más. Todo a mi alrededor parece indicarme que es mejor no levantarse, que si me quedo metida en la cama durante las 24 horas siguientes todo será mejor, pero el deseo de salir de esta maldita casa es aún mayor. Con gran esfuerzo me levántalo y en bata bajo a la cocina.

-Sí, esta tarde. Sí. Sí. A partir de las 7 ya habremos acabado todo esto de una vez... Puff, no lo sabes tu bien, esto es agotador. Si, aún tenemos que decidir como repartir eso - sigo escuchando en silencio la conversación telefónica desde lo alto de las escaleras - No Connor, ella se queda conmigo. Sí, he tenido suerte. Bueno, para eso no la verdad - se ríe escandalosamente. En realidad, si pretendía que no la oyera la habría oído de todas formas. Me mata la curiosidad y quiero saber quien es Connor y, sobretodo, el por qué de tanta efusividad.
Me recuerda a aquel tiempo en el que tenía una vida fuera de los edificios y las mediciones, una vida conmigo y con mi pad... Bueno, ya que más da... - Bueno, creo que si podemos vernos luego un rato. Chao - terminada la conversación espero unos segundos para que no se note que he estado escuchando y entro en la cocina, directa al exprimidor. Necesito vitaminas o algo me dice que voy a acabar tirada en el suelo. suelo – Buenos día mi niña.

-Hola mamá-

-Buenos días mamá, he dormido genial ¿ y tú?. ¿Qué hay para desayunar? Me muero de hambre – me doy la vuelta y me quedo mirándola fijamente – No es tan difícil ¿sabes?

-Creemé mamá, lo es. Tú lo verás muy fácil, pero si te pones en mi lugar y ves como todo cambia no es tan gracioso.

-Bueno, podemos cambiar de tema porque es lo único de lo que hablamos últimamente – otra vez me quedo mirándla, con cara de no creerme nada.

-¡Que no hablamos de otra cosa! Voy a contarte un secreto, tú  y yo ya no hablamos nunca de nada – cojo el zumo y el paquete de galletas que hay en la encimera y me siento en el sofá. Enciendo la tele y me pongo a mirarla, aunque en realidad no la estoy escuchando, solo la miro embobada, dejando que la rabia se calme. Veo como ella se queda parada, en silencio durante unos segundos y luego sale de la cocina, sube las escaleras y cierra la puerta.Las cosas no están muy bien… Todo es genial…

Desayuno tranquilamente viendo la tele y mirando el reloj segundo tras segundo, esperando que nunca llegue la hora de salir. Miro fijamente la foto de pantalla de mi teléfono y sonrío un poco. Liam y yo sonreímos en el puente de Londres. Por un segundo miro y solo espero que las cosas no acaben así para nosotros también. Justo suena el teléfono y respiro aliviada, es Liam.

-Hola Lil.

-Hola…

-¿Cómo vas?

-No sé, estoy harta de esto. Quiero que se acabe ya de una puta vez.

-Bueno, tranquila, al principio todo es horrible pero ya verás como dentro de nada las cosas van mejorando – no contesto, me quedo en silencio, respirando hondo - ¿A qué hora es la vista?

-A las tres y cuarto.

-¿Vas a ir?

-Sí, tengo que ir… Es el último momento que tengo para ver esto. La verdad, prefiero ver como esto termina de hundirse…

-No tienes que hacer esto. ¿Lo sabes, verdad?

-Sí, pero siempre he creído que en necesario presenciar el fin de las cosas para asegurarse de que realmente han acabado.

En El Momento Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora